lunes, 28 de mayo de 2012

Mensajes Escondidos!

Imagina que sólo te quedan 135 días de vida por el diagnóstico de uninoperable cáncer cerebral . Imagina que día tras día vas perdiendo lasensibilidad de cada parte de tu cuerpo aún manteniendo la lucidez.Ahora imagina que sólo tienes 6 años de edad. ¿Qué harías el resto detus días? Elena Desserich decidió esconder en secreto y por toda su casa, ciento de notas, mensajes y dibujos para ‘comunicarse’ con su hermana pequeña y sus padres después demuerta. Falleció en 2007. Todavía hoy sus progenitores descubren nuevos dibujos. 






Increíble. Elena Desserich nació en el año 2000. Su vida era absolutamente normal hasta que, con cinco años, los médicos le detectaron un DIPG (Glioma del tronco encefálicoinfantil). Los doctores estimaron en 135 días la esperanza de vida dela pequeña. En un principio sus padres ocultaron el diagnóstico a Elena pero con el paso del tiempo y sabiendo que el deterioro físico era constante, informaron a su hija.


Con el cariño de sus padres Elenafue entendiendo que, cada día que pasaba, era un regalo divino, por loque ideó una lista de todas las cosas que quería y podía hacer todavía:nadar con delfines, hacer esqui acuatico, conducir un coche... Un día, un deseo… 


Con el paso del tiempo iba perdiendosensibilidad y movilidad en distintas partes de su cuerpo , incluido elhabla, con lo que las actividades más físicas de su lista de deseospasaban a un segundo plano. Sus manos fueron las últimas en desobedecera su maltrecho cerebro; por lo que entonces se dedicó a pintar, apintar,… y a escribir. Su pasión fue siempre alentada por sus padres. 




Elena jugó a ser inmortal para su familia, dibujando y escribiendo cartas para su hermana pequeña, Graciey así jugar a ser la sempiterna mayor. Todo ello meditado en lasoledad del enfermo que se sabe terminal. Jugando a construir un baúlde emociones futuras para velar por el cariño eterno de su familia.Sabía cómo tenía que vivir y quería dejarlo claro. 


Los últimos nueve meses de vida (alfinal sobrevivió 255 días) los dedicó a buscar los escondites perfectospara sus mensajes personales. Para su padre en un antiguo maletín; parasu madre en un bolsillo perdido de su mochila favorita… para su hermanaen rincones del cuarto de juegos. Pero también buscó escondrijosinsospechados para que el ‘diálogo’ fuera sorprendente: fondos de platode la olvidada vajilla china, páginas de libros abandonados en labiblioteca, una carátula de un CD obsoleto, etc… 


Elena murió en agosto de 2007. No sin antes cumplir su últimodeseo. Poder bailar con su padre. El último día, con la lucidez de uncientífico atrapado en la cárcel de un cuerpo muerto, padre e hija sefundieron en un hermoso momento: “Tuvimos nuestro baile y siempre seráel último y probablemente el mejor recuerdo que guarde de ella [...]aunque había muchas cosas que ella quería hacer ese último día…” Keith Desserich, padre de Elena 


Tras su muerte y conforme pasaba el tiempo, la memoria de sus indelebles recuerdos iba cristalizando. Hasta que Elena volvió:




 “Estábamos moviendo unas cajas olvidadas y entre algunosde los libros se desprendió una pequeña nota [...] Cada vez queencuentro y leo uno de sus mensajes es como sentir un pequeño abrazo demi pequeña..” Brooke Desserich, madre de Elena.






Sus padres han editado un libro con todos los dibujos menos personales, recopilados hasta hoy , cuyos fondos íntegros se destinarán a la lucha contra el cáncer infantil.


Fuente Taringa y Blog

Pagina Oficial

domingo, 27 de mayo de 2012

La Fanta nació por culpa de los nazis


Es uno de los diez refrescos más vendidos del mundo, también uno de los más famosos, y todo por culpa, ¿de quién? De Hitler y los nazis. Nos referimos a la Fanta, esa bebida que todos hemos probado, sea de uno u otro sabor, y que, sorprendentemente, tiene su origen en la Alemania de 1941, durante la Segunda Guerra Mundial. Es una de las 366 curiosidades (una por cada día del año) que el escritor y exitoso blogger Álfred López ha publicado en el libro ‘Ya está el listo que todo lo sabe’, de la editorial Léeme.

En él, relata cómo durante el conflicto los germanos sufrieron el bloqueo aliado a Hitler, provocando que Coca-Cola no pudiera recibir allí el sirope necesario para producir su famoso refresco. Max Keith, uno de los directivos de la empresa, tuvo que recurrir a su ingenio para dar con un nuevo producto con el que triunfar en el mercado, ya que no quería imitar y boicotear su propio refresco de cara al fin del bloqueo.
Se le ocurrió entonces fabricar una bebida basada en zumos de fruta y eligió la naranja para darle sabor. Una vez dada la orden, solo quedaba el último paso: ponerle un nombre. Para ello, la empresa organizó un concurso entre todos sus trabajadores para buscar un término exitoso. Uno de ellos propuso entonces llamarla "Fantasía" (fantasie en alemán), término que Joe Knipp, un operario de la fábrica, decidió acortar hacia Fanta. Y aquí estamos en 2012, con ese mismo nombre.

La de Fanta es solo una de las muchas historias interesantes que se reflejan en el libro de Álfred López: por qué no se deben mezclar ‘churras’ con ‘merinas’, por qué los gatos caen siempre de pie, de dónde viene el Gin Tonic, por qué en España las matrículas no tiene vocales… Y así hasta las 366 que componen esta obra del autor. “He tenido que dejar muchas fuera del libro”, nos confiesa Álfred, que comenzó a indagar en el mundo de las curiosidades desde bien pequeño: “Era mal estudiante, me aburría en las clases hasta que el profesor contaba alguna anécdota; entonces no dejaba de preguntar, siempre he querido saber más”. El escritor comenzó el proyecto hace año y medio, después del éxito cosechado en su blog: “Los consumidores echaban de menos este tipo de contenidos”, asegura. Ahora, vive de ello.

El formato utilizado es muy sencillo. Una por una, va desgranándo sus curiosidades, siempre de manera resumida, para facilitar la lectura. “La clave es que al lector no le resulte pesado para que pueda aprendérsela en 2 o 3 minustos”. De momento y según nos comenta, la fórmula está funcionado muy bien. Las entrevistas son continuas y de hecho estará en la Feria del Libro de Madrid para firmar. Visto lo visto, no sería inverosímil que tuviera una segunda parte y que la Fanta de los nazis, el origen de la palabra ‘gilipollas’ o la causa que hace llamar camellos a los vendedores de droga tengan su continuación.

Emanuela Orlandi fue esclava sexual en el Vaticano, según el exorcista jefe



Ya de por sí cabe esperar palabras sorprendentes e inesperadas del principal exorcista del Vaticano. Pero nada podía haber preparado a la Santa Sede para sus últimas declaraciones: el padre Gabriele Armoth ha asegurado que Emanuela Orlandi, la famosa quinceañera romana que fue secuestrada en 1983, estuvo en realidad en el Vaticano durante el tiempo que estuvo desaparecida. Allí, los clérigos la convirtieron en su esclava sexual y la usaron en varias orgías. Cuando se cansaron de ella, la asesinaron. "El crimen tuvo un objeto sexual", ha aseverado el exorcista. "Se organizaban fiestas y uno de los gendarmes del Vaticano se encargaba de reclutar a las chicas. La red implicaba al personal diplomático de una embajada de la Santa Sede en el extranjero y estoy convencido de que Emanuela fue víctima de este círculo", ha remachado para el periódico La stampa. De ser cierto lo que dice Gabriele Armoth, Orlandi habría sufrido uno de los peores finales imaginables. Y eso que se han imaginado muchos desde que desapareció hace tres décadas y se convirtió en objeto de debate y especulación por toda Italia. Muchas de esas teorías están relacionadas con el Vaticano, donde ella vivía. Por ejemplo, una dice que quien la secuestró fue una famosa banda de criminales que quería recuperar un dinero que le había prestado a la Santa Sede. Otra teoría, más ambiciosa, asegura que en realidad quien la secuestró quería usarla como moneda de cambio para forzar la liberación de Mehmet Ali Agca, el turco que intentó matar al Papa Juan Pablo II en la plaza de San Pedro en 1981, supuestamente bajo órdenes de la inteligencia soviética. 




El cartel de 'Se busca a Emanuela Orlandi'  


Pero el Padre Armoth, de 85 años, descarta que el asunto tenga implicaciones internacionales e insiste en que fue utilizada para las orgías. No es la primera vez que Armoth provoca titulares con sus declaraciones: también ha tachado el yoga de "satánico" (porque lleva a practicar el hinduismo) y a la saga de Harry Potter, de "peligrosa" porque hace que los niños crean en la magia


El caso de Orlandi está de especial actualidad este mes después de que las autoridades abrieran la tumba del conocido mafioso Enrico Renatino de Pedis para comprobar si era verdad el mito de que la chica había sido enterrada con él. Lo que sí encontraron cerca de la tumba de la basílica romana Sant' Apollinaire fue unos huesos sin identificar que, según un primer estudio de los forenses, podría datar del siglo XIX. Se están estudiando para confirmar si son o no los de Emanuella. Esto último da una pista de cómo el caso de Orlandi ha penetrado en el imaginario colectivo italiano. El mito de que estuviera en la tumba de De Pedis se originó en 2005, cuando un telespectador anónimo llamó a un programa y afirmó que la clave del caso estaba en el ataúd del mafioso muerto en 1990. Si se confirma que los misteriosos huesos no eran los suyos, el caso podría continuar hasta a saber cuándo.


FUENTE

sábado, 26 de mayo de 2012

El Hombre Que Atraveso Una Montaña

Cuando la tozudez se mezcla con la avaricia fabrica historias para la memoria. William Schmidt, alias “el burro”, era un minero seducido por la fiebre del oro que emigró con lo puesto al desierto de Mojave en busca de fortuna. La codicia y el miedo a los robos por compartir rutas con otros aventureros le llevaron a cavar, él solo, un pasadizo en la montaña directo a la fundición comunal. 38 años tardó en horadar , en secreto, 800 metros de una galeria que se convirtió en monumento a la intrepidez amén de legado para generaciones incrédulas. . 




 William Henry Schmidt y el interior del “Burro Tunnel”.


William Henry Schmidt nació en Woonsocket, Rhode Island, en enero de 1871. Con tan solo 24 años contrajo la misma tuberculosis que había matado a seis de sus hermanos. El médico le echó un semestre más de vida si no cambiaba de aires lo antes posible. Con ello, W. H. Schmidt decidió aventurarse al Gran Desierto de California buscando bajas humedades y nuevos aires como excusa para conquistar su ‘Dorado’ particular. A finales de 1890 Schmidt se encontraba trabajando para la Kern County Land Co. en Bakersfield, California. Una de las grandes corporaciones de suelo y minas que explotaban el hierro de la zona. Al principio, la enfermedad de Schmidt traducía en ineficacia su rentabilidad en el trabajo. Poco a poco, la sequedad del ambiente fue moderando su tuberculosis y le permitió desvincularse del trabajo por cuenta ajena para alimentar su particular fiebre dorada. 




 . Estado actual de la entrada del “Burro Tunnel”.


En 1906, durante su estancia en la Kern, Schmidt descubrió varios yacimientos auríferos en la ‘Copper Mountain‘, un macizo de 3.750 metros situado en Summit County, Colorado. Después de solicitar los respectivos permisos de explotación personales se trasladó, con lo puesto, a la cercana localidad de Garlok, en la montaña negra de “El Paso” (California) para establecer el campamento base de su atrevida empresa. Era el último pueblo antes de alcanzar la soledad, 32 kilómetros más arriba. Para llegar a su yacimiento tenía que atravesar un estrecho desfiladero (‘Last Chance Canyon‘ o Cañón de la última oportunidad) sólo apto para personas y animales de carga. Schmidt adoptó dos Burros abandonados (de ahí su apodo) que fueron su única compañía durante muchos años. Schmidt amaba la soledad, y no le importaba trabajar y vivir en el infierno si con ello podía anhelar riquezas antes soñadas pero nunca vistas.




 . Vista aérea de la montaña que atraviesa el “burro Tunnel”. 


La minería del oro era una labor muy solitaria e ingrata, con suma competencia y de requerimientos muy obstinados. Una vez evaluado en el desierto el yacimiento y sus posibilidades (normalmente en localizaciones inhóspitas) lo importante era calibrar las rutas de abastecimiento de agua y provisiones y el camino más corto a la fundición y a los compradores de mercancía. El problema era que Schmidt se hallaba a más de 30 (duros) kilómetros de núcleo habitado. Distancia insalvable con periodicidad. Pero la acumulación de pepitas y enseres no era recomendable por los continuos asaltos y pillaje que reinaba en las cuencas de explotación. Por ello (el) Burro Schmidt, después de asentarse en su filón durante dos años en los cuales construyó una mini cabaña (1902) con maderas secas y retales mineros; decidió tomar un atajo en su ruta hacia el destino. ¿Por qué no trazar, en secreto, un túnel directo hasta el otro lado de la montaña evitando el peligroso desfiladero? La excavación comenzó, con apenas un par de martillos y un viejo pico, en 1900 cuando Schmidt contaba ya con 29 años y se prolongó durante 38 años hasta mediados de 1938 (66 años). Jack y Jenny (los burros) fueron sus únicos compañeros durante años pero, debido a su pésimo estado, ni siquiera colaboraron con la extracción de escombros, siendo estos sacados en su totalidad por el único ‘Burro’ que quedaba. 






 . William Henry Schmidt sentado a las puertas de su cabaña. 



El túnel tenía (y tiene) una altura de 1,80 metros y su con una anchura de hasta 5 metros (en algún tramo) para una longitud total de casi 800 metros. Al final la altura del túnel es menor conforme las fuerzas y la columna de su escultor iban decayendo por la edad. Recto en su totalidad amén de un par de codos al final como buscando desesperadamente la salida. No necesitaba apeos de madera pues estaba escavado en roca pura. La dureza extrema de sus paredes requería de dinamita para poder horadarlas en condiciones. Schmidt sacrificó parte de sus rendimientos en el avituallamiento de explosivos, pero éstos escaseaban y nunca fueron suficientes para reventar la roca con garantías. Cuentan sus legatarios que, conforme el túnel era más profundo, las explosiones eran cada vez más peligrosas porque solían pillar a Schmidt dentro de la galería, incapaz (por las cortas mechas) de correr lo suficiente para escapar de la onda expansiva. 




 . Estado actual de la cabaña de William Henry Schmidt .


Conforme pasaba el tiempo la empresa de atravesar la montaña se transformó en una obsesión. Dedicaba más tiempo a la galería que a la extracción del oro. El empeño de Burro Schmidt por abrir a la luz el otro extremo del pasadizo era sólo comparable al tamaño de su soledad y su iniciativa, por incomprendida, ayudó a forjar la leyenda. La temperatura constante en el interior (unos 22ºC ) convertían el túnel en el mejor de los refugios frente a las duras condiciones del desierto (50º C) y Schmidt acostumbraba a vivir y pernoctar, pico en mano, en el extremo más profundo de su obra.




 . Interior (detalle) de la cabaña de William Henry Schmidt . 


‘Burro’ Schmidt se perdió, durante su encierro, la Primera Guerra Mundial , la gran caída de la bolsa y la posterior depresión. Su desgracia y desdicha fue la llegada, en 1930, del ferrocarril para cubrir por el cañón la ruta que él mismo pretendía salvar con su túnel. Incomprensiblemente y herido en su orgullo (el) ‘Burro’ Schmidt continuó 8 años más hasta ver culminado su sueño. Calculando volumétricamente y a posteriori la cantidad de roca extraída de la galería; los investigadores han concluido que ‘Burro’ Schmidt extrajo en total 5.800 toneladas de piedras; unos 450 kilogramos al día, de media, durante los 38 años que duró tan singular desafío. Más de 70.000 horas de trabajos forzados. ‘Burro’ Schmidt murió en enero de 1954 con 83 años e inconsciente de su hazaña. Su cabaña y el túnel (en medio de la nada) se conservan intactos custodiados hasta hace muy poco por una vieja y enigmática funcionaria del estado que (re)vivió en soledad los viejos fantasmas que asolaron la mente del bueno de Schmidt. Cerca de la (intacta) cabina que construyó Schmidt , la señora Tonie Seger reparte anecdotario mientras se pueden observar los destartalados instrumentos de hace más de 70 años mezclados con revistas modernas y viejos papeles que forran las paredes protegiendo del mismo calor que sufrió en su día el señor William Henry Schmidt alias “El burro”.

FUENTE