domingo, 3 de enero de 2016

Silfio para el control de natalidad en el pasado

Hace tanto como unos 2,600 años en el pasado – alrededor del 630 a.C. – la isla griega de Thera (actual Santorini) fue alcanzada por una prolongada sequía y una preocupante sobrepoblación. Según la leyenda, algunos individuos fueron elegidos para formar un grupo que se trasladaría hacia el sur con el fin de levantar una colonia en climas menos inhóspitos.


 Hombres y mujeres valientes se hicieron a la mar, y este grupo de griegos emprendedores eventualmente terminaron por quedarse en la ciudad de Cirene en el extremo norte del continente Africano. Allí, los colonos descubrieron una planta autóctona que proveería a ellos y a sus descendentes fantásticas riquezas.

La hierba en cuestión se convirtió en un producto tan importante para la economía cirenense que su imagen fue estampada en muchas monedas de oro y plata que se acuñaban en la ciudad. Las imágenes frecuentemente presentaban una dama regia sentada sobre una silla, con una mano en la planta y otra sobre sus genitales. La planta fue conocida como silfio o laserpicio, y sus frutos en forma de corazón, supuestamente, le dieron al mundo antiguo una libertad por demás anhelada: la de disfrutar de relaciones sexuales con escaso riesgo de embarazo… y en caso de fallas, también funcionaba como abortivo.



Las plantas de silfio eran hinojos enormes que abundaban en las laderas secas por toda la costa mediterránea, nadie las sembraba, eran totalmente silvestres. No pasó mucho tiempo para que los Cireneos descubrieran su alto valor como una fuente alimenticia. La carne del vegetal llegó a ser muy apreciada como una deliciosa guarnición para una amplia variedad de platillos, mientras esencias y perfumes agradables se obtenían de sus flores amarillas. Al paso del tiempo más y más propiedades se le fueron atribuyendo al laserpicio. Por ejemplo, la resina que se extraía del tallo era empleada para tratar la tos, el dolor de garganta, la indigestión, la fiebre, las mordeduras de serpiente, la epilepsia, las verrugas y como un caballo de batalla para otras enfermedades desagradables. Pero de todas esas virtudes mágicas de la planta, sin duda, la más apreciada era la de la prevención del embarazo.

Cuando la noticia de las propiedades anticonceptivas comenzó a propagarse por el mundo antiguo, Europa, África y Asia se convirtieron en un mercado con amplia demanda por el versátil hinojo. Sus semillas se utilizaron ampliamente por los estados más prominentes del mundo, incluidos los ciudadanos de la antigua Grecia, Egipto, Roma e India. Según algunos informes, la semilla del silfio también funcionaba como un potente afrodisíaco, una propiedad que complicaba considerablemente su valor original percibido.

El famoso bardo romano Gayo Valerio Catulo hizo alusión a las propiedades sexuales de la planta en uno de sus poemas, donde declaró que compartiría con su amante tantos besos como granos de arena en las costas del silfio de Cirene. Más específicamente: “Podemos hacer el amor siempre que tengamos silfio”.

Pese al obstinado esfuerzo de los Cireneos y a su probable competencia, la industria silvestre del silfio resistió la expansión. Los hombres trabajaron hasta el cansancio para diseminar la planta, pero el irascible laserpicio burló todos los esfuerzos de su cultivo. De otra forma que no fuera silvestre y a lo largo de la costa del mar Mediterráneo, la planta simplemente se negó a brotar. Aunque esta escasez orilló a que se establecieran reglas para evitar la sobreexplotación, la limitación natural sirvió para mantener el preciado valor de la hierba. Ocasionalmente, los contrabandistas de silfio invadían la cadena de suministro, pero con excepción de estas ocasiones la realeza de Cirene mantenía un agradable y amplio monopolio en los anticonceptivos de la antigua civilización.



Durante siglos, Cirene explotó la generosidad del laserpicio. Las semillas de esta milagrosa hierba explotaron en una demanda tan alta que finalmente alcanzaron el valor de su peso en plata. El gobierno romano percibió este producto como algo tan importante que almacenó una reserva de la hierba en el tesoro oficial. Casi todas las monedas de plata y oro acuñadas en Cirene tenían estampada la imagen del silfio, o una sola semilla en forma de corazón. Algunos historiadores creen que este antiguo símbolo que invitaba a hacer el amor sin límites fue el precursor del moderno símbolo del corazón cuyo significado es “Te Amo”.

A diferencia de muchas otras hierbas de su tiempo, el silfio no era considerado como un mero remedio popular. Los médicos y eruditos de la época elogiaron sin limitaciones la efectividad anticonceptiva de la planta. El ginecólogo más famoso de la Antigua Roma – un médico llamado Sorano de Éfeso – escribió que las mujeres debían beber el extracto de silfio con agua una vez al mes, ya que “no solo impide un embarazo, sino que también destruye cualquier cosa existente”. Alternativamente, un trozo de lana empapado en el extracto de la planta e introducido en la vagina, a manera de tampón. Durante la época de oro del laserpicio, la tasa de natalidad por toda Roma disminuyó considerablemente pese a que aumentó la expectativa de vida, la comida era abundante y, relativamente hablando, hubo pocos eventos bélicos o de epidemia, hechos que son interpretados por algunos historiadores como una evidencia de la efectividad de la planta.

Desgraciadamente, quizá la ciencia moderna nunca puede determinar si el extracto de silfio en realidad era un método efectivo de control de natalidad, ni mucho menos medir la eficacia del laserpicio como medicina. Hacia finales del siglo I d.C., tras un descenso de cinco décadas en el número de plantas de silfio, el historiador romano Plinio el Viejo escribió sobre la total y lamentable extinción de la planta. El último tallo restante de laserpicio fue cortado y enviado al emperador Nerón como una mera “curiosidad”, y así terminaban miles de años de evolución y 600 años de control de natalidad confiable.


La causa precisa de la desaparición de la planta es incierta, sin embargo, la teoría más lógica y aceptada es que la sobreexplotación del producto silvestre junto con el pastoreo de ganado provocaron que la población de silfio disminuyera a niveles en los que fue imposible recuperarse. Esta decadencia pudo haber tenido sus inicios alrededor del 74 a.C. cuando la zona fue absorbida por una provincia senatorial romana. Este radical cambio dio el control de la cosecha y comercialización del laserpicio a una serie de gobernantes que ostentaban el cargo solamente un año, y que se veían motivados en gran medida por los beneficios inmediatos. También es plausible que la desertificación natural de la región haya contribuido a la disminución del hábitat de la planta. Como una explicación alternativa, algunos botánicos sugieren que el antiguo hinojo gigante en realidad nunca desapareció, y que la actual Ferula tingitana es la misma planta; aunque esta explicación es poco probable ya que la tingitana ha crecido en muchos lugares donde el laserpicio no pudo germinar.

La ciencia ha tenido el acierto de examinar muchos de los anticonceptivos a base de hierbas que se emplearon en tiempos posteriores al silfio, como la Daucus carota y el poleo. Ambas plantas demostraron cierto éxito en la prevención o interrupción del embarazo en ratas. Algunos familiares del silfio también fueron sometidos al escrutinio científico moderno, como la Ferula assafoetida, indicando un potencial de entre el 40 y 50% y la Ferula jaeschkeana, que resultó en niveles cercanos al 100% cuando se administra dentro de los tres días posteriores a la relación.

La erradicación del silfio se considera como uno de los primeros errores ambientales de la humanidad. Si el laserpicio era más eficaz que las alternativas en el control de la natalidad de la época, entonces sin duda se merece su brillante reputación. La evidencia sugiere que el mundo natural le permitió a la mujer de la antigüedad controlar su vida reproductiva sin la necesidad de abstinencia. Pero a medida que la humanidad se acostumbró a los beneficios de este bien escaso, finalmente terminó cayendo en la codicia y la ceguera, sobrecargando un recurso renovable hasta que fue irremediablemente erradicado.

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sábado, 2 de enero de 2016

¿Sabías que se te puede caer un dedo del pie, "de la Nada"?

Si algún día alguien te cuenta que un buen día se le cayeron los dedos de los pies por si solos y sin tener ni idea de la razón, no te rías de él. Tu interlocutor ni está loco ni colocado, simplemente puede ser uno de los raros afectados por la dactilolisis espontánea.


Esta forma extremadamente rara de autoimputación, que implica que tu cuerpo decide “tirar” por la borda uno o más dedos de tus pies, es algo que sucede realmente a personas de origen africano, aunque a alguno le pueda parecer más propio de los tiempos de la lepra. 

Uno de los primeros occidentales en percatarse de esta extraña condición fue el doctor brasileño Silva Lima, quien ya relató casos en 1867. Desde entonces hasta ahora, y pese a que se han registrado más casos entre medias, seguimos sin tener respuesta de por qué sucede.

En la web NoDiagnosticados se refieren a esta condición de la siguiente manera:

Dactilolisis espontánea: Una rara condición en la cual una banda dura de tejido se tensa alrededor de una parte del cuerpo y hace que se desprenda (autoamputación).Se ve principalmente en africanos que andan descalzos en los cuales ocurre autoamputación del quinto dedo del pie.


En la web estadounidense Ncbi se puede leer algo más sobre esta extraña dolencia:

Primero se forma una pequeña banda de tejido duro alrededor de la base del dedo meñique del pie. Normalmente esa banda se forma en los meñiques de ambos pies, después de todo ¿por qué no habrían de ser simétricas las pesadillas? Finalmente la banda se va haciendo más pequeña y comprimida, hasta que el dedo acaba por desprenderse.

Obviamente, los aquejados por esta enfermedad experimentan dolor en la punta del pie, pero por lo demás no tienen ninguna otra complicación. Simplemente ven como la “banda” se va estrechando más y más fuerte, rompiendo los huesos del dedo a medida que se constriñe. Finalmente el dedo queda colgando de un “pedículo”, una pequeña tira de tejido y hueso. En última instancia, incluso el pedículo se rinde, y el dedo se desprende.


Hasta el momento la ciencia no puede explicar esta extraña enfermedad. Todo lo que pueden asegurar es que les sucede a personas de ascendencia africana, especialmente si viven en los trópicos.

viernes, 1 de enero de 2016

Sobre las hormigas de plata del Sáhara

Las hormigas plateadas del Sáhara poseen una capa densa de pelillos recubriendo sus cuerpos que reflejan gran parte del espectro visible e infrarrojo cercano. De este modo pueden resistir muy altas temperaturas.


El desierto del Sáhara es un sitio inhóspito que pone a prueba a las criaturas que viven en él. Las temperaturas pueden ser tan altas que a ciertas horas del día pocos animales se atreven a exponerse. Pero las hormigas de plata del Sáhara (Cataglyphis bombycina) han evolucionado para poder vivir en un lugar tan cálido y salir al exterior a la peor hora posible.


Estas hormigas son como gotas de mercurio correteando sobre la arena. Están cubiertas de unos pelos brillantes que les ayudan a reflejar los rayos del sol que usan a la manera “traje espacial”, como dice David Atenbourg. Ahora se ha descubierto que, además, les ayudan a emitir el exceso de calor al cielo.

Estos cuerpos de aspecto metálico llamaron la atención de Nanfang Yu, Norman Nan Shi (Columbia University), Rüdiger Wehner (Universidad de Zurich) y otros entomólogos, así que se pusieron a estudiarlos.

Sus resultados ponen de relieve que las adaptaciones de estas hormigas son de lo más avanzado para poder resistir el calor y su estudio puede ayudar a la creación de nuevos materiales de uso humano que permitan controlar la temperatura.

Estas hormigas tienen su límite térmico.



Si sus cuerpos alcanzan la temperatura crítica de 53,6 grados centígrados mueren irremediablemente. Pero se exponen precisamente a las temperaturas más altas cuando salen a forrajear a medio día, cuando sus depredadores (unos lagartos) se refugian en la sombra. En esos momentos la temperatura de la arena pueda alcanzar los 70 grados.

Estas condiciones significarían una muerte casi instantánea para una hormiga cualquiera, pero las hormigas de plata pueden salir del hormiguero durante, a lo más, 10 minutos antes de freírse sobre la arena.

Las adaptaciones que le permiten esta proeza son varias. Entre ellas está que las patas son más largas de lo habitual para alejar sus cuerpos de la arena. Además cuentan con proteínas resistentes al calor.



Las adaptaciones también incluyen el comportamiento, pues suelen subir a las rocas y a la vegetación muerta para así alejarse de la arena y estar más en contacto con el aire menos cálido de las capas superiores.

Estos entomólogos han descubierto algunas adaptaciones más. La apariencia plateada de estas hormigas procede de una capa densa de pelillos que recubre sus cuerpos. Pelillos con forma triangular que reflejan gran parte del espectro visible e infrarrojo cercano.

Las propiedades reflectoras se deben a unas microestructuras con un tamaño del orden de la micra y que tienen una longitud similar a las longitudes de onda en el visible e infrarrojo cercano.



Pero esos mismos pelillos ayudan a emitir el calor del cuerpo de las hormigas en un proceso del tipo de radiación de cuerpo negro, lo que permite enfriar sus cuerpos de manera efectiva al emitir el exceso de calor al exterior en forma de radiación en el infrarrojo medio. Esta longitud de onda es lo suficientemente larga como para no ser reflejada por los pelillos, así que es emitida al exterior.

Los pelillos están presentes en la parte superior de sus cuerpos y a sus lados, pero no en la parte inferior. Esto se debe a que la radiación infrarroja que emite la arena sería absorbida por este sistema de pelillos si estuvieran allí.



Para poder investigar este punto los investigadores expusieron a estas hormigas al calor de un desierto simulado con lámparas de xenón y una placa metálica fría por encima que simulaba el cielo. Había hormigas de plata normales y hormigas de plata que habían sido afeitadas (y que no poseían ya los pelillos) para así ver las diferencias.

Descubrieron que estos mecanismos físicos ligados a los pelillos permiten bajar la temperatura del cuerpo de las hormigas de plata entre 5 y 10 grados centígrados, que es lo suficientemente amplio para su entorno y que les da un margen extra de supervivencia.

Aunque hay muchos animales (incluso alguna planta) que han desarrollado estructuras que interaccionan con la luz similares a los materiales fotónicos que fabrica el ser humano, las hormigas de plata del desierto del Sáhara son únicas en usar este tipo de mecanismos para controlar la temperatura.

Pero, además de sorprendernos por estas increíbles criaturas, todo esto podría tener aplicaciones prácticas. Sistemas similares se pueden usar en los tejados para controlar las temperaturas de las casas en climas desérticos y cálidos o como recubrimiento de paneles solares para que estos sean más eficientes.



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