Cuando algunos son maltratados en vida, a otros se les relega su memoria al olvido, casi de forma inconsciente, privándonos a todos de su gran vida.
Un dato a destacar es que la Enciclopedia Británica, en su primera edición de 1801, dedicó 14 páginas a este hombre, pero a día de hoy es difícil encontrar unas líneas sobre su vida. Voy a contarles un poco quien era este personaje y porque está tan olvidado.
Nacido a principios del siglo XVIII, el 18 de Mayo de 1711 en Dubrovnik, actual Croacia, falleciendo el 13 de Febrero de 1787, Rudjer Boscovich, cuyo nombre puede encontrarse escrito de múltiples formas dependiendo de la fuente o del idioma.
Se adelantó casi dos siglos a los conocimientos de la época, un gran enigma que es digno de desvelar, conociendo su historia. Jesuita que recorrió media Europa trabajando para el papado.
Así que, poco a poco se convirtió en un experto óptico, experto en geosinesia, ingeniero civil, biólogo, teólogo, filósofo, diplomático y político, poeta, matemático, astrónomo, físico y químico, fue tantas cosas y en todas estas disciplinas destacó.
Un motivo por el cual puede que haya sido olvidado fue su condición política e ideológica de JESUITA, esta orden se extinguió por ordenes del Papa Clemente XIV, otro motivo, que en cada disciplina que destacó, los científicos posteriores, le fueron relegando al olvido, para no reconocer que sus avances se lo debían a este genio y también sin duda porque sus conocimientos rebasaban a todos los de la época haciendo que muchas veces fuera incomprendido por sus coetáneos.
Un hombre único y una mente prodigiosa, llamado a veces la enciclopedia andante, por todos sus conocimientos y disciplinas en las que siempre fue un adelantado a su tiempo. No hacia patria en ningún país donde trabajó, se le ofrecieron muchas nacionalidades, pero era un hombre de mundo, no de nación, algo que influyó también para que quedase en el olvido.
Una importante obra fue " Teoría de la Filosofía Natural ", que editó en Viena en 1758, los contemporáneos que la leían no la llegaban a entender y los estudiosos actuales, al hacerlo ven a un personaje del siglo XX metido como si fuese un viajero del tiempo en el siglo de las Luces, el XVII. Realizó excavaciones arqueológicas, donde muchos años después se descubrió TROYA.
En astronomía, con 25 años realiza un estudio de las manchas solares, conjeturó la existencia de planetas alrededor de estrellas, distintas a nuestro sol, descubrió un sistema para descubrir la órbita de un planeta con tres puntos de observación del mismo, y mucho más, es por lo que hay un cráter y una falla que llevan su nombre en la Luna en su honor.
En Geodesia, la que estudia la forma y tamaño de la tierra, fue pionero; descubre un procedimiento geométrico para determinar el ecuador de un planeta, también a través de tres puntos de observación de su superficie, fue capaz de medir con precisión un arco del meridiano, llegó a hacer la medición exacta del meridiano terrestre, de la cual luego surgiría la medida del metro.
Como Ingeniero Civil, único, destacar la reparación de la Cúpula de la Catedral de Milán, refuerza la estructura del Domo de la Basílica de San Pedro con aros de hierro que han perdurado hasta nuestros días. Dirige las obras de drenaje de las ciénagas pontinas, para combatir el paludismo, siendo él, el descubridor de la transmisión por insectos de la malaria.
Hombre con dinero, ya que trabajar para el papado en el siglo XVIII conllevaba una buena fuente de ingresos, disfrutó siempre de su vida, ya que hizo lo que quiso en las disciplinas que quiso, siendo siempre el mejor, simplemente cuando en alguna de ellas no le comprendían sus coetáneos, cambiaba de disciplina y volvía a ser el mejor.
Fue un religioso profundo, católico creyente, gran conocedor del Latín con el cual escribe casi toda su obra con una teoría muy particular sobre el Universo y el mundo, ya que con tantos conocimientos tenía una concepción bastante global de la existencia, estableciendo una ecuación única del Universo, donde deducía que había puntos indivisibles que actuaban como centros de fuerza y que los cuatros elementos que hasta esos días se conocían la tierra, el agua, el aire y el fuego, que eran iguales en su composición si no se tenían en cuenta, ni la masa ni el peso, influyendo con esta teoría en el descubridor de los electrones.
Llegó a la conclusión de que la materia, el tiempo y el espacio no eran divisibles infinitas veces, estudió los fenómenos de la luz, del magnetismo, la electricidad y la química, llegando a ser el pionero de la teoría CUANTICA, deduciendo en su época la existencia del átomo por nucleones, se adelantó en 1758 a la Constante de Planck y un sin fin de teorías que han sido descubiertas hace muy poco, un enigma de una GRAN MENTE.
Y para que nadie te olvide amigo Rudjer Boscovich, hombre enigmático de nuestra historia, espero que aquí quede constancia de tu obra y no caiga en el olvido ni quien fuiste, ni que descubriste, un homenaje a este gran ENIGMA.
ACÁ LO INTERESANTE
Un tema de ciencia-ficción: si los relativistas están en lo cierto, si vivimos en un Universo de cuatro dimensiones, y si fuésemos capaces de darnos cuenta de ello, lo que llamamos sentido común saltaría hecho pedazos.
Los autores de obras de anticipación se esfuerzan en pensar en términos de espacio-tiempo. Iguales esfuerzos hacen los físico-matemáticos, en un plano de investigación más puro y con un lenguaje teórico.
Pero el hombre, ¿es capaz de pensar en cuatro dimensiones? Para ello necesitaría estructuras mentales diferentes. ¿Estarán reservadas estas estructuras al hombre de después del hombre, al ser de la próxima mutación? Y este hombre de después del hombre, ¿está ya entre nosotros? Los novelistas de lo imaginario así lo han afirmado.
Pero ni Van Vogt, en su hermoso libro fantástico sobre los Slans, ni Sturgeon en su descripción de los Más que humanos, se han atrevido a imaginar un personaje tan fabuloso como Roger Boscovich. ¿Ser mutante? ¿Viajero del Tiempo? ¿Extra terrestre disfrazado con la apariencia del servio misterioso ?
Boscovich nació en 1711, en Dubrovnik: al menos esto fue lo que declaró, cuando tenía catorce años, al matricularse como alumno libre en el colegio de los jesuítas de Roma. Allí estudió matemáticas, astronomía y teología.
En 1728, al terminar su noviciado, ingresa en la Orden de los jesuitas. En 1736, publicó una comunicación sobre las manchas solares.
En 1740, enseña matemáticas en el Collegium Romanum, y después es nombrado consejero científico del Papado.
Crea un observatorio, inicia la desecación de las ciénagas pontinas, repara la cúpula de San Pedro, mide el meridiano entre Roma y Rímini, sobre dos grados de latitud.
Después explora diversas regiones de Europa y de Asia y realiza excavaciones en los mismos lugares en que, más tarde, Schliemann descubrirá Troya.
En 26 de junio de 1760 es nombrado miembro de la Real Sociedad de Inglaterra, y en tal ocasión publica un largo poema en latín sobre las apariencias visibles del Sol y de la Luna, del que dicen sus contemporáneos: «Es Newton con el verbo de Virgilio.»
Le reciben los más grandes eruditos de la época y sostiene una importante correspondencia con el doctor Johnson y con Voltaire en particular.
En 1763 le ofrecen la nacionalidad francesa. Asume la dirección del departamento de instrumentos de óptica de la Marina Real, en París, donde vivirá hasta 1783.
Lalande le considera el más grande sabio de su tiempo. D'Alembert y Laplace se asustan de sus ideas avanzadas.
En 1785 se retira a Bassano y se consagra a la impresión de sus obras completas. Muere en Milán en 1787.
Muy recientemente, a impulsos del gobierno yugoslavo, se ha vuelto a examinar la obra de Boscovich, y principalmente su Teoría de la filosofía natural (1), editada en Viena, en 1758.
La sorpresa ha sido mayúscula. Alian Lidsay Mackay, al comentar esta obra en un artículo del New Scientist, del 6 de marzo de 1958, estima que se trata de un espíritu del siglo XX que se vio obligado "a vivir y a trabajar en el XVIII.
Por lo visto, Boscovich se había anticipado no sólo a la ciencia de su tiempo, sino también a nuestra propia ciencia. Proponía una teoría unitaria del Universo, una ecuación general y única que rige la mecánica, la física, la química, la biología e incluso la psicología. Según su teoría, la materia, el espacio y el tiempo no son divisibles hasta el infinito, sino que están compuestos de puntos: de granos.
Esto recuerda los recientes trabajos de Jean Charon y de Heisenberg, a los que Boscovich parece superar. Logra dar cuenta tanto de la luz como del magnetismo, de la electricidad y de todos los fenómenos de la química, conocidos en su tiempo, descubiertos después o por descubrir.
En él encontramos los quanta, la mecánica ondulatoria, el átomo constituido por nucleones. El historiador de la ciencia L. L. Whyte asegura que Boscovich lleva al menos doscientos años de adelanto a su época, y que no se le podrá comprender realmente hasta que al fin se logre realizar la unión de la relatividad y la física de los quanta.
Se calcula que en 1987, al celebrarse el segundo centenario de su muerte, su obra será probablemente apreciada en su justo valor. Todavía no se ha pretendido dar ninguna explicación de este caso prodigioso.
Actualmente circulan dos ediciones completas de sus obras, una en servio y otra en inglés. En la correspondencia ya publicada (colección Bestermann) entre Boscovich y Voltaire, encontramos, entre otras ideas modernas: — La creación de un año geofísico internacional. — La transmisión del paludismo por los mosquitos. — Las aplicaciones posibles del caucho (idea puesta en práctica por La Condamine, jesuita amigo de Boscovich). — La existencia de planetas alrededor de estrellas distintas a nuestro Sol. — La imposibilidad de localizar el psiquismo en una región determinada del cuerpo. — La conservación del «grano de cantidad» de movimiento en el mundo: es la constante de Planck, anunciada en 1958.
Boscovich atribuye una importancia considerable a la alquimia y da traducciones claras y científicas del lenguaje alquimista. Para él, por ejemplo, los cuatro elementos. Tierra, Agua, Fuego y Aire sólo se distinguen por la disposición particular de las partículas sin masa ni peso que los constituyen, lo que coincide con la investigación de vanguardia sobre la ecuación universal.
Otra cosa no menos alucinante de Boscovich es su estudio sobre los accidentes de la Naturaleza. En él encontramos ya la mecánica estadística del sabio americano Willard Gibbs, propuesta a finales del siglo XIX y no admitida hasta el XX.
También descubrimos una explicación moderna de la radiactividad (perfectamente desconocida en el siglo xvin) por una serie de excepciones a las leyes naturales: lo que nosotros llamamos «penetraciones estadísticas en las barreras de potencial».
¿Por qué esta obra extraordinaria no influyó en el pensamiento moderno? Porque los filósofos y sabios alemanes que dominaron en el campo de la investigación hasta la guerra de 1914-1918, eran partidarios de las estructuras continuas, mientras que los conceptos de Boscovich se fundaban esencialmente en la idea de discontinuidad. Porque los estudios en bibliotecas y los trabajos históricos sobre Boscovich, el gran viajero de obra dispersa, y cuyos orígenes se sitúan en un país continuamente agitado, no pudieron emprenderse sistemáticamente hasta muy tarde.
Cuando se haya podido reunir la totalidad de sus escritos, cuando los testimonios de sus contemporáneos hayan sido hallados y clasificados, ¡qué extraña, inquietante y emocionante figura aparecerá ante nosotros!
Fuente
Un dato a destacar es que la Enciclopedia Británica, en su primera edición de 1801, dedicó 14 páginas a este hombre, pero a día de hoy es difícil encontrar unas líneas sobre su vida. Voy a contarles un poco quien era este personaje y porque está tan olvidado.
Nacido a principios del siglo XVIII, el 18 de Mayo de 1711 en Dubrovnik, actual Croacia, falleciendo el 13 de Febrero de 1787, Rudjer Boscovich, cuyo nombre puede encontrarse escrito de múltiples formas dependiendo de la fuente o del idioma.
Se adelantó casi dos siglos a los conocimientos de la época, un gran enigma que es digno de desvelar, conociendo su historia. Jesuita que recorrió media Europa trabajando para el papado.
Así que, poco a poco se convirtió en un experto óptico, experto en geosinesia, ingeniero civil, biólogo, teólogo, filósofo, diplomático y político, poeta, matemático, astrónomo, físico y químico, fue tantas cosas y en todas estas disciplinas destacó.
Un motivo por el cual puede que haya sido olvidado fue su condición política e ideológica de JESUITA, esta orden se extinguió por ordenes del Papa Clemente XIV, otro motivo, que en cada disciplina que destacó, los científicos posteriores, le fueron relegando al olvido, para no reconocer que sus avances se lo debían a este genio y también sin duda porque sus conocimientos rebasaban a todos los de la época haciendo que muchas veces fuera incomprendido por sus coetáneos.
Un hombre único y una mente prodigiosa, llamado a veces la enciclopedia andante, por todos sus conocimientos y disciplinas en las que siempre fue un adelantado a su tiempo. No hacia patria en ningún país donde trabajó, se le ofrecieron muchas nacionalidades, pero era un hombre de mundo, no de nación, algo que influyó también para que quedase en el olvido.
Una importante obra fue " Teoría de la Filosofía Natural ", que editó en Viena en 1758, los contemporáneos que la leían no la llegaban a entender y los estudiosos actuales, al hacerlo ven a un personaje del siglo XX metido como si fuese un viajero del tiempo en el siglo de las Luces, el XVII. Realizó excavaciones arqueológicas, donde muchos años después se descubrió TROYA.
En astronomía, con 25 años realiza un estudio de las manchas solares, conjeturó la existencia de planetas alrededor de estrellas, distintas a nuestro sol, descubrió un sistema para descubrir la órbita de un planeta con tres puntos de observación del mismo, y mucho más, es por lo que hay un cráter y una falla que llevan su nombre en la Luna en su honor.
En Geodesia, la que estudia la forma y tamaño de la tierra, fue pionero; descubre un procedimiento geométrico para determinar el ecuador de un planeta, también a través de tres puntos de observación de su superficie, fue capaz de medir con precisión un arco del meridiano, llegó a hacer la medición exacta del meridiano terrestre, de la cual luego surgiría la medida del metro.
Como Ingeniero Civil, único, destacar la reparación de la Cúpula de la Catedral de Milán, refuerza la estructura del Domo de la Basílica de San Pedro con aros de hierro que han perdurado hasta nuestros días. Dirige las obras de drenaje de las ciénagas pontinas, para combatir el paludismo, siendo él, el descubridor de la transmisión por insectos de la malaria.
Hombre con dinero, ya que trabajar para el papado en el siglo XVIII conllevaba una buena fuente de ingresos, disfrutó siempre de su vida, ya que hizo lo que quiso en las disciplinas que quiso, siendo siempre el mejor, simplemente cuando en alguna de ellas no le comprendían sus coetáneos, cambiaba de disciplina y volvía a ser el mejor.
Fue un religioso profundo, católico creyente, gran conocedor del Latín con el cual escribe casi toda su obra con una teoría muy particular sobre el Universo y el mundo, ya que con tantos conocimientos tenía una concepción bastante global de la existencia, estableciendo una ecuación única del Universo, donde deducía que había puntos indivisibles que actuaban como centros de fuerza y que los cuatros elementos que hasta esos días se conocían la tierra, el agua, el aire y el fuego, que eran iguales en su composición si no se tenían en cuenta, ni la masa ni el peso, influyendo con esta teoría en el descubridor de los electrones.
Llegó a la conclusión de que la materia, el tiempo y el espacio no eran divisibles infinitas veces, estudió los fenómenos de la luz, del magnetismo, la electricidad y la química, llegando a ser el pionero de la teoría CUANTICA, deduciendo en su época la existencia del átomo por nucleones, se adelantó en 1758 a la Constante de Planck y un sin fin de teorías que han sido descubiertas hace muy poco, un enigma de una GRAN MENTE.
Y para que nadie te olvide amigo Rudjer Boscovich, hombre enigmático de nuestra historia, espero que aquí quede constancia de tu obra y no caiga en el olvido ni quien fuiste, ni que descubriste, un homenaje a este gran ENIGMA.
ACÁ LO INTERESANTE
Un tema de ciencia-ficción: si los relativistas están en lo cierto, si vivimos en un Universo de cuatro dimensiones, y si fuésemos capaces de darnos cuenta de ello, lo que llamamos sentido común saltaría hecho pedazos.
Los autores de obras de anticipación se esfuerzan en pensar en términos de espacio-tiempo. Iguales esfuerzos hacen los físico-matemáticos, en un plano de investigación más puro y con un lenguaje teórico.
Pero el hombre, ¿es capaz de pensar en cuatro dimensiones? Para ello necesitaría estructuras mentales diferentes. ¿Estarán reservadas estas estructuras al hombre de después del hombre, al ser de la próxima mutación? Y este hombre de después del hombre, ¿está ya entre nosotros? Los novelistas de lo imaginario así lo han afirmado.
Pero ni Van Vogt, en su hermoso libro fantástico sobre los Slans, ni Sturgeon en su descripción de los Más que humanos, se han atrevido a imaginar un personaje tan fabuloso como Roger Boscovich. ¿Ser mutante? ¿Viajero del Tiempo? ¿Extra terrestre disfrazado con la apariencia del servio misterioso ?
Boscovich nació en 1711, en Dubrovnik: al menos esto fue lo que declaró, cuando tenía catorce años, al matricularse como alumno libre en el colegio de los jesuítas de Roma. Allí estudió matemáticas, astronomía y teología.
En 1728, al terminar su noviciado, ingresa en la Orden de los jesuitas. En 1736, publicó una comunicación sobre las manchas solares.
En 1740, enseña matemáticas en el Collegium Romanum, y después es nombrado consejero científico del Papado.
Crea un observatorio, inicia la desecación de las ciénagas pontinas, repara la cúpula de San Pedro, mide el meridiano entre Roma y Rímini, sobre dos grados de latitud.
Después explora diversas regiones de Europa y de Asia y realiza excavaciones en los mismos lugares en que, más tarde, Schliemann descubrirá Troya.
En 26 de junio de 1760 es nombrado miembro de la Real Sociedad de Inglaterra, y en tal ocasión publica un largo poema en latín sobre las apariencias visibles del Sol y de la Luna, del que dicen sus contemporáneos: «Es Newton con el verbo de Virgilio.»
Le reciben los más grandes eruditos de la época y sostiene una importante correspondencia con el doctor Johnson y con Voltaire en particular.
En 1763 le ofrecen la nacionalidad francesa. Asume la dirección del departamento de instrumentos de óptica de la Marina Real, en París, donde vivirá hasta 1783.
Lalande le considera el más grande sabio de su tiempo. D'Alembert y Laplace se asustan de sus ideas avanzadas.
En 1785 se retira a Bassano y se consagra a la impresión de sus obras completas. Muere en Milán en 1787.
Muy recientemente, a impulsos del gobierno yugoslavo, se ha vuelto a examinar la obra de Boscovich, y principalmente su Teoría de la filosofía natural (1), editada en Viena, en 1758.
La sorpresa ha sido mayúscula. Alian Lidsay Mackay, al comentar esta obra en un artículo del New Scientist, del 6 de marzo de 1958, estima que se trata de un espíritu del siglo XX que se vio obligado "a vivir y a trabajar en el XVIII.
Por lo visto, Boscovich se había anticipado no sólo a la ciencia de su tiempo, sino también a nuestra propia ciencia. Proponía una teoría unitaria del Universo, una ecuación general y única que rige la mecánica, la física, la química, la biología e incluso la psicología. Según su teoría, la materia, el espacio y el tiempo no son divisibles hasta el infinito, sino que están compuestos de puntos: de granos.
Esto recuerda los recientes trabajos de Jean Charon y de Heisenberg, a los que Boscovich parece superar. Logra dar cuenta tanto de la luz como del magnetismo, de la electricidad y de todos los fenómenos de la química, conocidos en su tiempo, descubiertos después o por descubrir.
En él encontramos los quanta, la mecánica ondulatoria, el átomo constituido por nucleones. El historiador de la ciencia L. L. Whyte asegura que Boscovich lleva al menos doscientos años de adelanto a su época, y que no se le podrá comprender realmente hasta que al fin se logre realizar la unión de la relatividad y la física de los quanta.
Se calcula que en 1987, al celebrarse el segundo centenario de su muerte, su obra será probablemente apreciada en su justo valor. Todavía no se ha pretendido dar ninguna explicación de este caso prodigioso.
Actualmente circulan dos ediciones completas de sus obras, una en servio y otra en inglés. En la correspondencia ya publicada (colección Bestermann) entre Boscovich y Voltaire, encontramos, entre otras ideas modernas: — La creación de un año geofísico internacional. — La transmisión del paludismo por los mosquitos. — Las aplicaciones posibles del caucho (idea puesta en práctica por La Condamine, jesuita amigo de Boscovich). — La existencia de planetas alrededor de estrellas distintas a nuestro Sol. — La imposibilidad de localizar el psiquismo en una región determinada del cuerpo. — La conservación del «grano de cantidad» de movimiento en el mundo: es la constante de Planck, anunciada en 1958.
Boscovich atribuye una importancia considerable a la alquimia y da traducciones claras y científicas del lenguaje alquimista. Para él, por ejemplo, los cuatro elementos. Tierra, Agua, Fuego y Aire sólo se distinguen por la disposición particular de las partículas sin masa ni peso que los constituyen, lo que coincide con la investigación de vanguardia sobre la ecuación universal.
Otra cosa no menos alucinante de Boscovich es su estudio sobre los accidentes de la Naturaleza. En él encontramos ya la mecánica estadística del sabio americano Willard Gibbs, propuesta a finales del siglo XIX y no admitida hasta el XX.
También descubrimos una explicación moderna de la radiactividad (perfectamente desconocida en el siglo xvin) por una serie de excepciones a las leyes naturales: lo que nosotros llamamos «penetraciones estadísticas en las barreras de potencial».
¿Por qué esta obra extraordinaria no influyó en el pensamiento moderno? Porque los filósofos y sabios alemanes que dominaron en el campo de la investigación hasta la guerra de 1914-1918, eran partidarios de las estructuras continuas, mientras que los conceptos de Boscovich se fundaban esencialmente en la idea de discontinuidad. Porque los estudios en bibliotecas y los trabajos históricos sobre Boscovich, el gran viajero de obra dispersa, y cuyos orígenes se sitúan en un país continuamente agitado, no pudieron emprenderse sistemáticamente hasta muy tarde.
Cuando se haya podido reunir la totalidad de sus escritos, cuando los testimonios de sus contemporáneos hayan sido hallados y clasificados, ¡qué extraña, inquietante y emocionante figura aparecerá ante nosotros!
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