El Minarete de Jam, junto al río, entre las montañas.
No es demasiado lo que se sabe del “faro de las montañas”. Se encuentra a unos 30 kilómetros por carretera (lo de carretera es un decir) de la población más cercana (Jam), en la provincia de Ġawr. Se desconoce su fecha exacta de construcción; se barajan dos fechas (1174 y 1191) a partir de las inscripciones que se encuentran en las paredes del Minarete. También se desconoce por qué un edificio que debió maravillar a propios y extraños por su monumentalidad (65 metros de altura) no ha dejado registros de su existencia durante más de siete siglos. Se cree que se encuentra en lo que en su día fue Firuzkuh, una de las ciudades más importantes del Imperio Gúrida, que fue destruida por un hijo de Gengis Khan allá por la década de los veinte del siglo XIII. La torre es lo más visible del Sitio Arqueológico de las Montaña Turquesa, nombre con el que también se conoce a la capital perdida del Afganistán medieval.
El Imperio Gúrida, que existió entre 1149 y 1212, se extendía desde Turquía a la India, abarcando grandes porciones de los actuales Irak, Irán, Kirguistán, Kuwait, Afganistán y Pakistán, entre otros territorios. Debajo, vista de las inscripciones en árabe Cúfico (fuente).
Construido con ladrillos, el Minarete de Jam fue nombrado patrimonio de la Humanidad en 2002. Es el segundo minarete de ladrillo más alto del mundo, y su permanencia en pie durante siglos se considera poco menos que un milagro. En una región donde las inundaciones son relativamente frecuentes y los terremotos pueden llegar a ser poderosísimos una torre de 65 metros de alto (al cambio salen unos 22 pisos de altura, en la unidad de medida oficial en la Televisión) ha pemanecido en pie a lo largo de más de ocho siglos. Su localización remota impidió, además, que fuera conocida más allá de la provincia hasta el siglo XX.
Un par de vistas del Minarete de Jam (fuentes 1 y 2)
El de Jam no fue el único alminar de su clase alzado durante la época. En los años del Imperio Gúrida más de sesenta torres similares se levantaron desde Irán a Asia Central y desde Irak a la India para honrar a los sultanes; no son pocas las que se conservan en lugares como la India (la más alta del mundo) o Turkmenistán. Descubierto para Occidente en 1885 por un inglés de la Comisión de Fronteras Afganas de nombre Thomas Holdich, permaneció desconocido durante siete décadas más hasta que el trabajo de dos arqueólogos franceses atrajo la atención internacional. En los setenta se siguió trabajando en la zona, pero las sucesivas invasiones y guerras (la URSS, los talibanes, EE.UU.) no han permitido continuar los trabajos de manera regular.
La carretera al Minarete de Jam, en 1974 (© Paul Dober)
Tras resistir ocho siglos de guerras, el alminar estuvo cerca de caer a principios del siglo XXI. Cuando cayó el régimen de los Talibanes la zona quedó completamente a merced de los saqueadores, que procedieron a hacer lo que su propio nombre indica: entrar en el sitio arqueológico y arramblar con todo. Los tesoros que allí se encontraron fueron vendidos en mercadillos de Herat a Teherán. La erosión, provocada por la cercanía del río Jam, ha contribuido también a dañar la torre. Durante la pasada década fueron necesarios trabajos de restauración en la base del Minarete para evitar su caida. En la actualidad es un lugar difícilmente accesible, en un país en guerra y muy lejos de cualquier cosa, pero si ha aguantado ocho siglos podría aguantar otros ocho más.
Obras de consolidación de los cimientos, en 2005. Debajo, espectacular contrapicado de la torre
Fuentes: Dark Roasted Blend, The Guardian, Wikipedia (EN, ES)
Fuente
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