jueves, 13 de febrero de 2020

La leyenda de TOGO

La mayoría de las razas tienen algún ejemplar que por alguna razón llega a convertirse en leyenda. A través de los años siempre brillando en el horizonte helado del pasado aparece Togo: pequeño, oscuro, compacto, sordo ante las alabanzas que lo ensalzan, irreverente, con aspecto de zorro, salvo cierta pose y esa respuesta confiada a las órdenes, como un verdadero siberiano, con su inmutable y desvergonzada mala fama.

Togo nació en el criadero de Seppala en en Little Creek, en Alaska en 1915 o 1916. Llevaba el nombre del famoso almirante japonés. Su padre era Suggen, el siberiano líder de Seppala que ganó las carreras de 1914 y 1915. Su madre era una hembra llamada Dolly. Fué el único cachorro de la cría y según Seppala era solitario, a veces hosco y siempre travieso. Su primer dueño fué Victor Anderson, que lo devolvió a los 6 meses cuando ya se convirtió en una molestia. Luego Seppala se lo dió a una mujer que quería una mascota, pero a pesar de los cuidados de la señora, Togo repetidamente rompía su cadena o saltaba por la ventana y volvía a Little Creek.


Leonhard Seppala con su perro Togo

Finalmente, aceptando lo inevitable, Seppala decidió quedarse con el perrito. Encantado de estar nuevamente en el único lugar que le gustaba, Togo paseaba por la tundra o corría suelto junto al trineo diariamente. Esto le daba mucho placer al cachorro, pero pronto comenzó a irritar a Seppala porque Togo se deleitaba pasando rapidísimo al lado del equipo y buscando la oportunidad mordía en las orejas a alguno de los perros y se escapaba rápidamente. Cuando Seppala planeó un viaje a Dime Creek en Noviembre, dejó a Togo en un corral de 2.10 mts de alto de alambre tejido con las instrucciones de que no soltaran al cachorro sino hasta 2 días después de que hubiese partido. Esa noche Togo saltó y casi se escapa, quedó colgado boca abajo del alambre que se había clavado en la pierna. Cuando lo soltaron no se preocupó por la herida, sino que se desvaneció en la noche. Seppala había acampado en Salomon esa noche.


Cuando partió a la mañana el equipo comenzó a tirar con una fuerza inusual y creyó que habían sentido el rastro de un ciervo. Cuando subió el sol y amainó el viento vió lo que parecía ser un zorro en la senda mas adelante, pero pronto casi sin poder creer lo que veían sus ojos se dió cuenta de que era Togo. En ese momento el cachorro hizo su treta de cargar contra los perros y morder las orejas

Cuando le vendo la pata esa noche decidió que no había otra cosa que hacer al día siguiente mas que poner el cachorro en un arnés con el resto de los perros. Lo puso bien atrás en el equipo tal como se hace con los perros nuevos, para poder controlarlo. Una vez que estuvo en el atalaje el cachorro se comportó como un veterano. A medida que transcurría el día y seguía trabajando mejor que los adultos, iba avanzando posiciones hasta que al final del día estaba compartiendo la punta con el experimentado perro líder. Seppala no podía creerlo, era un cachorro de 8 meses que nunca había estado en un arnés, con una pierna lastimada y que en su primer día había viajado 120 km. A partir de ese día Togo se convirtió en el favorito y siempre se podía depender de el. Aún cuando maduro, Togo pesaba solo 23 kilos.

A medida que pasaban los años, su fuerza, velocidad y resistencia lo convirtieron en una leyenda en toda Alaska. Luego se convirtió en líder absoluto del equipo en 1918 y se calculaba que recorrió unos 8000 km convirtiéndose en el perro mas viajado del mundo. En 1925 Seppala volvió a confiar en Togo para la corrida del suero. De los veinte mushers que llevaron el suero de Nenana a Nome, 674 millas de diatáncia, el hombre que condujo en las peores condiciones, fue el gran Leonhard Seppala de Alaska. Y el perro que condujo al equipo de Seppala en un trazado de doscientas y sesenta millas, incluyendo el desplome del hielo del ría de Norton Sound, eran el mismo perro demostró un impresionante expediente como lider de un equipo ganador — Togo, un pequeño siberiano, el verdadero héroe del suministro del suero. Togo dedicó todo su ser en ganar esta grandísima carrera, después de la cual, no pudo volver a competir.


                                              Una ampolla de antitoxina diftérica de 1895 
 
Pero el largo y penoso viaje de 544 km dejó su marca en el viejo perro que quedó permanentemente rengo desde entonces. El segundo tramo a recorrer, entre Bluff y Nome era de 55 millas. Este tramo final a Nome, fue recorrido por Kaasen y el conocido Balto. Este tramo, se volvió realmente difícil, y Balto, con gran valor, supo seguir el rastro de regreso a Nome. Muchos se apenaron cuando los periodistas le dieron todo el crédito a Balto, uno de los perros de la segunda línea que usó Gunnar Kasson para llevar el suero los últimos 80 km hasta Nome.
Los reporteros simplemente le pasaron la impresionante carrera de Togo a Balto y lo publicaron como «el mas grande líder de carreras de Alaska». En consecuencia la estatua que se erige en el Central Park en Nueva York en conmemoración de este evento, lleva el nombre de Balto en vez de Togo. Cuando Togo murió en la casa de Mrs. Elizabeth Ricker en Poland Spring, en el estado de Maine en diciembre de 1929, su cuerpo fué llevado al museo Peabody en la Universidad de Yale, donde fue embalsamado.



Fué llevado al museo Shelbourn cerca de Burlington, en Vermont donde cada verano acuden muchísimos admiradores de los siberianos para honrar a este perro que simboliza las palabras de la estatua de Balto en el Central Park. Dice así: Dedicado al indómito espíritu de los perros de trineo que llevaron el suero 960 km por el áspero hielo a través de las traicioneras aguas pasando las ventiscas árticas, desde Nenana para dar alivio a la aquejada Nome durante el invierno de 1925. Resistencia Fidelidad Inteligencia

Traducido y adaptado de los archivos de historia americana por:  Marcos Javier Ibáñez – La Sonrisa Nórdica

Fuente

No hay comentarios:

Publicar un comentario