Hay mucho que aprender de aquellos que inventaron el tallarín; el papel; la seda; la sembradora moderna de surcos múltiples; el hierro fundido y el acero; puentes colgantes para paso de vehículos; el sismógrafo; brújulas aplicadas a la geomancia; pólvora; sillas de montar y el estribo; coñac y whisky o “sopa de la sabiduría”; relojes mecánicos; cerillas; naipes; carrete de caña para pescar; cepillos de dientes; carretillas; paraguas; porcelana; laca; el primer plástico llamado baquelita; impresoras que más tarde inspiraron las europeas además de su conocimiento sobre endocrinología, acupuntura, circulación sanguínea; la vacuna contra la viruela guardada por los taoístas; el uso de hormonas; conocimientos sobre geología moderna; el timón, mástiles y velas en los navíos; la campana afinada; cañones, rifles y cohetes que llegaron más tarde a Europa; números decimales y negativos; álgebra aplicada a la geometría. Dos siglos antes de Cristo ellos ya hacían perforaciones en búsqueda de gas natural.
Hay evidencias que América fue visitada o descubierta por América antes de Colón y cierto arte Maya (Tajín) en Mesoamérica es casi idéntico al arte chino. Así pues se sospecha que antiguos emperadores enviaron sus almirantes en búsqueda de conocimientos y la planta de la inmortalidad a América o fueron arrastrados por vientos y corrientes marítimas mucho antes de lo que la historia “occidental” está dispuesta a admitir. Por ejemplo la historia de la gallina.
Hay algo que no encaja en la supuesta introducción de la gallina en América. La explicación clásica defiende que el descubridor portugués Pedro Alvares Cabral llevó gallinas a la costa de Brasil en el año 1500. Los nativos debieron de encontrarle el gusto a estas aves y se las fueron pasando a sus vecinos. Sólo 31 años después, cuando Pizarro y sus conquistadores invadieron Perú, encontraron gran cantidad de gallinas removiendo el polvo de Cuzco y de otras ciudades incas. El aumento de gallinas se propagó a lo largo y ancho de Sudamérica en apenas tres décadas. Si eso es realmente lo que ocurrió, puede calificarse como la más rápida propagación de gallinas a saltos, brincos y diferentes métodos del estilo en la Historia. La vigente explicación arqueológica señala que la gallina fue primero domesticada en el Valle del Indo, en lo que actualmente es Pakistán, hacia el 3000 a. C. Uno puede pensar que tan sumamente provechoso y sabroso pájaro sería rápidamente adoptado por sus vecinos. Pero, al igual que en el caso de los sistemas de cultivo, este nuevo animal de cría viajó atravesando Asia muy despacio. Pasaron 1000 años antes de que apareciera en Persia, mil quinientos en Egipto y Mesopotamia, 1.600 en China, 2.600 en Grecia y 2.900 en Inglaterra. Incluso para las buenas aves, la difusión va despacio. Excepto en Sudamérica, aparentemente. Hay aproximadamente 3.800 kilómetros desde el punto en el que tomó tierra Cabral en Bahía, en la costa brasileña, hasta Cuzco, en los Andes, de nuevo a más de la mitad de la distancia que separa el Valle del Indo de Mesopotamia. Otra vez, la gallina hizo un viaje a través del Nuevo Mundo en tan sólo 31 años, mientras que tardó mil quinientos años en hacerlo en el Viejo. Parece poco probable.
Tampoco parece muy factible que Cabral trajera las clases de gallina encontradas entre los indígenas americanos. Como los expertos en estas aves han demostrado desde hace tiempo, estos pájaros aparentemente vulgares son capaces de impresionantes mutaciones en las manos de un criador experimentado. Como resultado, las razas características de gallinas asiáticas son diferentes de las variaciones europeas. Una de las alteraciones que más llama la atención es la raza melanótica asiática, que tiene plumas, carne y huesos negros y que no se encontró en el Mediterráneo hasta principios del siglo XVI. Además, los asiáticos destinaban las gallinas para usos distintos a los de los europeos. En Asía, las gallinas eran criadas más para sacrificios y peleas que como alimento. ¡Ajá, ya sabemos de dónde viene lo de las peleas de gallo! Las especies de gallinas más comunes entre los indígenas americanos eran mucho más parecidas a las variedades asiáticas que a las europeas. Incluso tenían una especie de carne y plumas negras como la melanótica asiática. Y, antes de que los europeos enseñaran a los americanos a cocinar las gallinas, estas aves se criaban por sus plumas, para rituales y para peleas de gallos. Los usos concretos, que actualmente se sigue creyendo que daban a las gallinas melanóticas, los mayas y sus primos lingüísticos, los huastec, reflejan exactamente las funciones rituales de las gallinas negras de China. Ritos semejantes se han encontrado en el oeste de Bolivia y entre los mapuche de Chile. Parece improbable que la creencia popular de la buena suerte que trae tener una gallina negra en el patio, por ejemplo, pueda haber viajado desde China hasta Guatemala, Bolivia y Chile a través de Cabral, sus compañeros de viaje o algún anónimo aficionado español a las gallinas.
Los nombres indígenas para las gallinas en América también apuntan hacia Asia más que hacia Europa. Los españoles las llaman gallo, gallina o pollo, dependiendo del tipo de animal y del contexto. Uno podría sospechar que si los españoles o los portugueses llevaron la gallina a América como moderna ave de corral, la lengua nativa habría adoptado una forma del nombre original. En realidad, esto es lo que ocurre con los nombres españoles para la gallina. Derivan del hindú pil, que se convierte en gallus en latín, que es el precedente del español, y que identifica a un pájaro de muy antiguo origen entre los habitantes de India. Además, curiosamente, las palabras indígenas americanas para la gallina no muestran ninguna conexión con la raíz indolatína y, sin embargo, reflejan la complejidad lingüística y de terminología de los nombres asiáticos para la gallina. En India, la gallina melanótica se llama kharcha; en la lengua de los Arawak del norte de Sudamérica se denomina karaka. El vocablo chino para gallina es ke, ki or kaí, dependiendo del dialecto. Los nombres en las distintas lenguas mayas son ke, ki, ek e ik. Para los japoneses, una gallina es una mendori y un gallo, un ondori; para los Tarahumara del noroeste de México, son ‘otori y totori.
La tierra que cubría el estrecho de Bering había desaparecido mucho antes de que las primeras gallinas fueran domesticadas a lo largo del río Indo. La única vía posible de viajar desde el Viejo Mundo hasta el Nuevo era en barco, tal como hizo Cabral para llevarlas.
Los asiáticos que llevaron sus gallinas al Nuevo Mundo también transportaron supuestamente algo que fue peor recibido: parásitos intestinales. Se dieron diferentes plagas, mezcla de dos tipos de anquilostomas (Ancylostoma duodenle y Necator americanus) en zonas de cultura china en el Asia tropical y entre los indígenas de la América tropical. Por supuesto, han existido parásitos humanos desde que existen seres humanos, pero los anquilostomas no pudieron ser llevados al Nuevo Mundo a través de la tierra que cubría el actual estrecho de Bering. El anquilostoma debe pasar parte de su vida en ambientes templados, en tierra húmeda, ya que, bajo condiciones árticas, estos parásitos mueren rápidamente. Lo más probable es que estos parásitos llegaran al Nuevo Mundo hospedados en los intestinos de los antiguos marineros que viajaban a bordo de barcos que cruzaban el Pacífico por latitudes de temperaturas templadas.
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