Los restos momificados, originarios de Nepal, estuvieron en un sótano de un museo londinense desde la década de los años cincuenta. Una muestra de ADN ha demostrado que el dedo no pertenece a la legendaria figura, sino que es en realidad un hueso humano.
El dedo, de nueve centímetros de largo y dos de grosor, es peludo y conserva una uña larga y afilada.
El extraño objeto, y su leyenda, surgieron en 2008 cuando en las bóvedas del Colegio Real de Cirujanos del Museo de Londres apareció un caja con piezas relacionadas con el estudio de animales de los que no se ha demostrado su existencia.
La caja pertenecía al investigador inglés William Osman Hill y, entre otros objetos, contenía modelos de yeso de una huella, pelo, excrementos y un dedo largo y curvado registrado como el dedo de un yeti.
Pero ¿podría realmente este dedo haber pertenecido a un yeti? El secreto de los Lamas
De acuerdo con las notas de la caja el dedo era originario de Pangboche, un templo remoto de Nepal. El profesor Hill describía que había encontrado el dedo a través de un explorador, Peter Byrne.
Byrne, quien ahora tiene 85 años y vive en Estados Unidos, habló recientemente con la BBC en Londres.
El explorador Peter Byrne con un monje del monasterio Pangboche donde obtuvo el dedo del yeti.
El explorador confirmó que trajo la pieza a Londres y relató que su historia comenzó en 1958 cuando formaba parte de una expedición enviada al Himalayas para encontrar evidencias de la existencia del "abominable hombre de las nieves", más conocido como yeti. "Un día acampamos en el templo de Pangboche que estaba custodiado por monjes.
Me puse a hablar con uno de ellos y me reveló que en el interior se guardaba una mano de un yeti desde hacía años", detalló Byrne.
La mano, según le describieron, parecía una mano humana gigante cubierta de una costra de de piel negra y quebradiza.
"Estaba muy grasosa por las velas y las lámparas de aceite en el templo. De ahí que los dedos se curvara y el pelo se rizara", agregó el explorador. Intercambio de dedos
De regreso en Londres Byrne le contó la historia al profesor Hill quien le pidió que consiguiera la mano a cualquier precio.
"Ya le había pedido la mano a los lamas pero me dijeron que no, que traería mala suerte, el desastre del templo", comentó Byrne a la BBC.
El profesor Hill le propuso que regresara para conseguir por lo menos un dedo. El plan consistía en reemplazar el dedo del yeti con un dedo humano. Hill, señala Byrne, le enseñó una mano vieja y seca que guardaba en una bolsa.
Al regresar al templo Byrne dejó una cantidad de dinero a cambio del dedo y, dejaron el dedo humano para que nadie sospechara su ausencia. Viaje estilo Hollywood Para sacar el dedo de Nepal el patrocinador de la expedición, el estadounidense Tom Slick, le pidió ayuda al actor James Stewart y su esposa Gloria que se encontraban en la India en ese momento.
James Stewart
"Se reunieron en el Grand Hotel de Calcuta. Gloria estaba preocupada sobre las consecuencias que podría tener que los descubriesen con el dedo y optó por guardarlo en su maleta envuelto en su ropa interior", describe Byrne.
La pareja llegó a Londres pero no el dedo del yeti. Días más tarde un funcionario de aduanas les regresó la maleta.
Finalmente el dedo fue entregado al profesor Hill, después de lo cual Byrne perdió contacto con él. Mano robada El dedo del yeti es ahora todo lo que queda de mano original del supuesto yeti, ya que fue robada del monasterio de Pangboche en los años noventa.
Mike Allsop, montañista y piloto de Nueva Zelanda, han lanzado recientemente una campaña para recuperar la mano. "A los monjes les gustaría recuperar el dedo pero no quieren problemas. Espearmos que el Colegio Real de Cirujanos del Museo de Londres entienda su reclamo", le comentó Allsop a la BBC. De momento el explorador les ha regalado a los monjes una réplica de la mano de un yeti.
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