Corrían los primeros días de diciembre de 1531. Tan sólo habían transcurrido 10 años desde que Hernán Cortés y sus tropas conquistaran la ciudad de Tenochtitlán (1521) -actual México D.F-, venciendo a Moctezuma y más tarde a Cuauhtemoc. (Muy poco tiempo para llevar una evangelización a gran escala y cambio de lengua o idioma). Fue entonces cuando tuvieron lugar unas de las apariciones marianas más conocidas, la de la Virgen de Guadalupe. Hasta nuestros días ha llegado un relato pormenorizado de los hechos, conocido como Nican Mopohua y que fue recogido en un principio en náhuatl (antiguo idioma). Un siglo después en 1649, el bachiller Lasso de la Vega se encargaría de traducirlo al castellano.
El Nican Mopohua es el documento histórico en el que se relata las Apariciones de Nuestra Señora de Guadalupe a Juan Diego, indígena azteca, ocurridas del 9 al 12 de diciembre de 1531. Es un escrito originalmente en lengua náhuatl. A pesar de que muchos documentos indígenas comienzan con el Nican Mopohua, estas dos palabras iniciales han permanecido por antonomasia para identificar este relato. El título completo es: "Aquí se cuenta se ordena como hace poco milagrosamente se apareció la Perfecta Virgen Santa María, Madre de Dios, nuestra Reina; allá en el Tepeyac, de renombre Guadalupe". Este relato es la principal fuente de lo que sabemos sobre el Mensaje de la Santísima Virgen a Juan Diego, a México y al Mundo, y además proporciona rica información sobre la persona misma de Juan Diego Cuauhtlatoatzin, su esposa María Lucía y el tío de Juan Diego: Juan Bernardino. La copia más antigua se halla en la Biblioteca Pública de Nueva York Rare Books and Manuscripts Department. The New York Public Library, Astor, Lenox and Tilden Foundation. El autor del documento fue Don Antonio Valeriano discípulo de Fr. Bernardino de Sahún. Valeriano recibió la historia por el mismo Juan Diego, quien murió en 1548. Este documento además es la narración de la evangelización de una cultura donde la ayuda de Dios y de la Virgen fue evidente. Por medio de un estilo correcto, digno y sólido uno se da cuenta que esta evangelización llegó hasta la más profunda raíz de la cultura pre-hispánica, llevándose a realizar la de dos pueblos irreconciliables.
Cabe hacer la observación que los pueblos mesoamericanos desde tiempos remotos ya veneraban en el cerro del tepeyac (o Tepeyacac antiguamente) a una deidad llamada Tonantzin (que quiere decir Nuestra Madrecita), por esta razón, fue más fácil la asimilación del mensaje traído por la Virgen María como verdadera Madre de Dios. (¿Coincidencia?)
El nombre de “SIEMPRE VIRGEN SANTA MARÍA DE GUADALUPE” ella misma lo dio a Juan Bernardino, tío de Juan Diego, cuando se le apareció para sanarle de sus enfermedades. Se cree que La Virgen usó el término azteca(nahuatl) de coatlaxopeuh, el cual es pronunciado "quatlasupe" y suena extremadamente parecido a la palabra en español Guadalupe.Juan Diego únicamente mencionó este nombre y el de Tonatzin al Obispo fray de Zumarraga. Este lo interpreto como Guadalupe e hizo referencia a la figura de Nuestra Señora de Guadalupe en Extremadura, España. Dicha escultura fué otorgada por el Papa Gregorio el Grande al Arzobispo de Sevilla, esta figura de la virgen estuvo perdida por 600 años y fué encontrada por Gil Cordero. Entonces ¿ por qué la Virgen, apareciéndose a un indio en el México recién invadido y hablándole en su idioma nativo (nahuatl), hubiera querido ser llamada con el nombre en español de Guadalupe?.
Presentamos parte del texto del Nican Mopohua:
…Diez años después de conquistada la ciudad de México, cuando ya estaban depuestas las flechas, los escudos, cuando por todas partes había paz en los pueblos, así como brotó, ya verdece, ya abre su corola la fe, el conocimiento de Aquél por quien se vive: el verdadero Dios.
En aquella sazón, el año 1531, a los pocos días del mes de diciembre, sucedió que había un indito, un pobre hombre del pueblo. Su nombre era Juan Diego, según se dice, vecino de Cuauhtitlan, y en las cosas de Dios, n todo pertenecía a Tlatilolco. Era sábado, muy de madrugada, venía en pos de Dios y de sus mandatos. Y al llegar cerca del cerrito llamado Tepeyac ya amanecía. Oyó cantar sobre el cerrito, como el canto de muchos pájaros finos; al cesar sus voces, como que les respondía el cerro, sobremanera suaves, deleitosos, sus cantos sobrepujaban al del coyoltototl y del tzinitzcan y al de otros pájaros finos. Se detuvo a ver Juan Diego. Se dijo: ¿Por ventura soy digno, soy merecedor de lo que oigo? ¿Quizá nomás lo estoy soñando? ¿Quizá solamente lo veo como entre sueños? ¿Dónde estoy? ¿Dónde me veo? ¿Acaso allá donde dejaron dicho los antiguos nuestros antepasados, nuestros abuelos: en la tierra de las flores, en la tierra del maíz, de nuestra carne, de nuestro sustento; acaso en la tierra celestial? Hacia allá estaba viendo, arriba del cerrillo, del lado de donde sale el sol, de donde procedía el precioso canto celestial. Y cuando cesó de pronto el canto, cuando dejó de oírse, entonces oyó que lo llamaban, de arriba del cerrillo, le decían: "JUANITO, JUAN DIEGUITO".
Luego se atrevió a ir a donde lo llamaban; ninguna turbación pasaba en su corazón ni ninguna cosa lo alteraba, antes bien se sentía alegre y contento por todo extremo; fue a subir al cerrillo para ir a ver de dónde lo llamaban.
Y cuando llegó a la cumbre del cerrillo, cuando lo vio una Doncella que allí estaba de pie, lo llamó para que fuera cerca de Ella. Y cuando llegó frente a Ella mucho admiró en qué manera sobre toda ponderación aventajaba su perfecta grandeza:
su vestido relucía como el sol, como que reverberaba, y la piedra, el risco en el que estaba de pie, como que lanzaba rayos; el resplandor de Ella como preciosas piedra, como ajorca (todo lo más bello) parecía la tierra como que relumbraba con los resplandores del arco iris en la niebla. Y los mezquites y nopales y las demás hierbecillas que allí se suelen dar, parecían como esmeraldas. Como turquesa aparecía su follaje. Y su tronco, sus espinas, sus aguates, relucían como el oro.
En su presencia se postró. Escuchó su aliento, su palabra, que era extremadamente glorificadora, sumamente afable, como de quien lo atría y estimaba mucho. Le dijo:- "ESCUCHA, HIJO MÍO EL MENOR, JUANITO. ¿A DÓNDE TE DIRIGES?"
Y él le contestó:_ "Mi Señora, Reina, Muchachita mía, allá llegaré, a tu casita de México Tlatilolco, a seguir las cosas de Dios que nos dan que nos enseñan quienes son las imágenes de Nuestro Señor: nuestros sacerdotes" En seguida, con esto dialoga con él, le descubre su preciosa voluntad; le dice:
"SÁBELO, TEN POR CIERTO, HIJO MÍO EL MÁS PEQUEÑO, QUE YO SOY LA PERFECTA SIEMPRE VIRGEN SANTA MARÍA, MADRE DEL VERDADERÍSIMO DIOS POR QUIEN SE VIVE, EL CREADOR DE LAS PERSONAS, EL DUEÑO DE LA CERCANÍA Y DE LA INMEDIACIÓN, EL DUEÑO DEL CIELO, EL DUEÑO DE LA TIERRA, MUCHO DESEO QUE AQUÍ ME LEVANTEN MI CASITA SAGRADA.
EN DONDE LO MOSTRARÉ, LO ENSALZARÉ AL PONERLO DE MANIFIESTO:
LO DARÉ A LAS GENTES EN TODO MI AMOR PERSONAL, EN MI MIRADA COMPASIVA, EN MI AUXILIO, EN MI SALVACIÓN:
PORQUE YO EN VERDAD SOY VUESTRA MADRE COMPASIVA,
TUYA Y DE TODOS LOS HOMBRES QUE EN ESTA TIERRA ESTÁIS EN UNO,
Y DE LAS DEMÁS VARIADAS ESTIRPES DE HOMBRES, MIS AMADORES, LOS QUE A MÍ CLAMEN, LOS QUE ME BUSQUEN, LOS QUE CONFÍEN EN MÍ,
PORQUE ALLÍ LES ESCUCHARÉ SU LLANTO, SU TRISTEZA, PARA REMEDIAR PARA CURAR TODAS SUS DIFERENTES PENAS, SUS MISERIAS, SUS DOLORES.
Y PARA REALIZAR LO QUE PRETENDE MI COMPASIVA MIRADA MISERICORDIOSA, ANDA AL PALACIO DEL OBISPO DE MEXICO, Y LE DIRÁS QUE CÓMO YO TE ENVÍO, PARA QUE LE DESCUBRAS CÓMO MUCHO DESEO QUE AQUÍ ME PROVÉA DE UNA CASA, ME ERIJA EN EL LLANO MI TEMPLO; TODO LE CONTARÁS, CUANTO HAS VISTO Y ADMIRADO, Y LO QUE HAS OÍDO.
Y TEN POR SEGURO QUE MUCHO LO AGRADECERÉ Y LO PAGARÉ,
QUE POR ELLO TE ENRIQUECERÉ, TE GLORIFICARÉ;
Y MUCHO DE ALLÍ MERECERÁS CON QUE YO RETRIBUYA TU CANSANCIO, TU SERVICIO CON QUE VAS A SOLICITAR EL ASUNTO AL QUE TE ENVÍO.
YA HAS OÍDO, HIJO MÍO EL MENOR, MI ALIENTO MI PALABRA; ANDA, HAZ LO QUE ESTÉ DE TU PARTE".
E inmediatamente en su presencia se postró; le dijo: "Señora mía, Niña, ya voy a realizar tu venerable aliento, tu venerable palabra; por ahora de Ti me aparto, yo, tu pobre indito". Luego vino a bajar para poner en obra su encomienda: vino a encontrar la calzada, viene derecho a México. Cuando vino a llegar al interior de la ciudad, luego fue derecho al palacio del obispo, que muy recientemente había llegado, gobernante sacerdote; su nombre era D. Fray Juan de Zumárraga, sacerdote de San Francisco. Y en cuanto llegó luego hace el intento de verlo, les ruega a sus servidores, a sus ayudantes, que vayan a decírselo; después de pasado largo rato vinieron a llamarlo, cuando mandó el señor obispo que entrara. Y en cuanto entró, luego ante él se arrodilló, se postró, luego ya le descubre, le cuenta el precioso aliento, la preciosa palabra de la Reina del Cielo, su mensaje, y también le dice todo lo que admiró lo que vio, lo que oyó. Y habiendo escuchado toda su narración, su mensaje, como que no mucho lo tuvo por cierto, le respondió, le dijo: "Hijo mío, otra vez vendrás, aun con calma te oiré, bien aun desde el principio miraré, consideraré la razón por la que has venido, tu voluntad, tu deseo". Salió; venía triste porque no se realizó de inmediato su encargo. Luego se volvió, al terminar el día, luego de allá se vino derecho a la cumbre del cerrillo, y tuvo la dicha de encontrar a la Reina del Cielo: allí cabalmente donde la primera vez se le apareció, lo estaba esperando. Y en cuanto la vio, ante Ella se postró, se arrojó por tierra, le dijo: "Patroncita, Señora, Reina, Hija mía la más pequeña, mi Muchachita, ya fui a donde me mandaste a cumplir tu amable aliento, tu amable palabra; aunque difícilmente entré a donde es el lugar del gobernante sacerdote, lo vi, ante él expuse tu aliento, tu palabra, como me lo mandaste.
Me recibió amablemente y lo escuchó perfectamente, pero, por lo que me respondió, como que no lo entendió, no lo tiene por cierto. Me dijo: "Otra vez vendrás; aun con calma te escucharé, bien aun desde el principio veré por lo que has venido, tu deseo, tu voluntad". Bien en ello miré, según me respondió, que piensa que tu casa que quieres que te hagan aquí, tal vez yo nada más lo invento, o que tal vez no es de tus labios; mucho te suplico, Señora mía; Reina, Muchachita mía, que a alguno de los nobles, estimados, que sea conocido, respetado, honrado, le encargues que conduzca, que lleve tu amable aliento, tu amable palabra para que le crean. Porque en verdad yo soy un hombre del campo, soy mecapal, soy parihuela, soy cola, soy ala; yo mismo necesito ser conducido, llevado a cuestas, no es lugar de mi andar ni de mí detenerme allá a donde me envías, Virgencita mía, Hija mía menor, Señora, Niña; por favor dispénsame: afligiré con pena tu rostro, tu corazón; iré a caer en tu enojo, en tu disgusto, Señora Dueña mía". Le respondió la perfecta Virgen, digna de honra y veneración:
"ESCUCHA, EL MÁS PEQUEÑO DE MIS HIJOS, TEN POR CIERTO QUE NO SON ESCASOS MIS SERVIDORES, MIS MENSAJEROS, A QUIENES ENCARGUÉ QUE LLEVEN MI ALIENTO MI PALABRA, PARA QUE EFECTÚEN MI VOLUNTAD;
PERO ES MUY NECESARIO QUE TÚ, PERSONALMENTE, VAYAS, RUEGUES, QUE POR TU INTERCESIÓN SE REALICE, SE LLEVE A EFECTO MI QUERER, MI VOLUNTAD.
Y, MUCHO TE RUEGO, HIJO MÍO EL MENOR, Y CON RIGOR TE MANDO, QUE OTRA VEZ VAYAS MAÑANA A VER AL OBISPO.
Y DE MI PARTE HAZLE SABER, HAZLE OÍR MI QUERER, MI VOLUNTAD, PARA QUE REALICE, HAGA MI TEMPLO QUE LE PIDO.
Y BIEN, DE NUEVO DILE DE QUÉ MODO YO, PERSONALMENTE, LA SIEMPRE VIRGEN SANTA MARÍA, YO, QUE SOY LA MADRE DE DIOS, TE MANDO".
Juan Diego, por su parte, le respondió, le dijo:_ "Señora mía, Reina, Muchachita mía, que no angustie yo con pena tu rostro, tu corazón; con todo gusto iré a poner por obra tu aliento, tu palabra; de ninguna manera lo dejaré de hacer, ni estimo por molesto el camino. Iré a poner en obra tu voluntad, pero tal vez no seré oído, y si fuere oído quizás no seré creído.
Mañana en la tarde, cuando se meta el sol, vendré a devolver a tu palabra, a tu aliento, lo que me responda el gobernante sacerdote. Ya me despido de Tí respetuosamente, Hija mía la más pequeña, Jovencita, Señora, Niña mía, descansa otro poquito. Y luego se fue él a su casa a descansar. Al día siguiente, domingo, bien todavía en la nochecilla, todo aún estaba oscuro, de allá salió, de su casa, se vino derecho a Tlatilolco, vino a saber lo que pertenece a Dios y a ser contado en lista; luego para ver al señor obispo. Y a eso de las diez fue cuando ya estuvo preparado: se había oído misa y se había nombrado lista y se había dispersado la multitud. Y Juan Diego luego fue al palacio del señor obispo. Y en cuanto llegó hizo toda la lucha por verlo, y con mucho trabajo otra vez lo vió; a sus pies se hincó, lloró, se puso triste al hablarle, al descubrirle la palabra, el aliento de la Reina del Cielo, que ojalá fuera creída la embajada, la voluntad de la Perfecta Virgen, de hacerle, de erigirle su casita sagrada, en donde había dicho, en donde la quería Y el gobernante obispo muchísimas cosas le preguntó, le investigó, para poder cerciorarse, dónde la había visto, cómo era Ella; todo absolutamente se lo contó al señor obispo.
Y aunque todo absolutamente se lo declaró, y en cada cosa vió, admiró que aparecía con toda claridad que Ella era la Perfecta Virgen, la Amable, Maravillosa Madre de Nuestro Salvador Nuestro Señor Jesucristo, sin embargo, no luego se realizó. Dijo que no sólo por su palabra, su petición se haría, se realizaría lo que él pedía, que era muy necesaria alguna otra señal para poder ser creído cómo a él lo enviaba la Reina del Cielo en persona. Tan pronto como lo oyó Juan Diego, le dijo al obispo: "Señor gobernante, considera cuál será la señal que pides, porque luego iré a pedírsela a la Reina del Cielo que me envió". Y habiendo visto el obispo que ratificaba, que en nada vacilaba ni dudaba, luego lo despacha. Y en cuanto se viene, luego le manda a algunos de los de su casa en los que tenía absoluta confianza, que lo vinieran siguiendo, que bien lo observaran a dónde iba, a quién veía, con quién hablaba. Y así se hizo. Y Juan Diego luego se vino derecho. Siguió la calzada. Y los que lo seguían, donde sale la barranca cerca del Tepeyac, en el puente de madera lo vinieron a perder. Y aunque por todas partes buscaron, ya por ninguna lo vieron. Y así se volvieron. No sólo porque con ello se fastidiaron grandemente, sino también porque les impidió su intento, los hizo enojar. Así le fueron a contar al señor obispo, le metieron en la cabeza que no le creyera, le dijeron cómo nomás le contaba mentiras, que nada más inventaba lo que venía a decirle, o que sólo soñaba o imaginaba lo que le decía, lo que le pedía. Y bien así lo determinaron que si otra vez venía, regresaba, allí lo agarrarían, y fuertemente lo castigarían, para que ya no volviera a decir mentiras ni a alborotar a la gente. Entre tanto, Juan Diego estaba con la Santísima Virgen, diciéndole la respuesta que traía del señor obispo; la que, oída por la Señora, le dijo:
"BIEN ESTÁ, HIJITO MÍO, VOLVERÁS AQUÌ MAÑANA PARA QUE LLEVES AL OBISPO LA SEÑAL QUE TE HA PEDIDO;
CON ESO TE CREERÁ Y ACERCA DE ESTO YA NO DUDARÁ NI DE TI SOSPECHARÁ;
Y SÁBETE, HIJITO MÍO, QUE YO TE PAGARÉ TU CUIDADO Y EL TRABAJO Y CANSANCIO QUE POR MI HAS EMPRENDIDO;
EA, VETE AHORA; QUE MAÑANA AQUÍ TE AGUARDO".
Y al día siguiente, lunes, cuando debía llevar Juan Diego alguna señal para ser creído, ya no volvió. Porque cuando fue a llegar a su casa, a un su tío, de nombre Juan Bernardino, se le había asentado la enfermedad, estaba muy grave. Aun fue a llamarle al médico, aún hizo por él, pero ya no era tiempo, ya estaba muy grave. Y cuando anocheció, le rogó su tío que cuando aún fuere de madrugada, cuando aún estuviere oscuro, saliera hacia acá, viniera a llamar a Tlatilolco algún sacerdote para que fuera a confesarlo, para que fuera a prepararlo, porque estaba seguro de que ya era el tiempo, ya el lugar de morir, porque ya no se levantaría, ya no se curaría. Y el martes, siendo todavía mucho muy de noche, de allá vino a salir, de su casa, Juan Diego, a llamar el sacerdote a Tlatilolco, y cuando ya acertó a llegar al lado del cerrito terminación de la sierra, al pie, donde sale el camino, de la parte en que el sol se mete, en donde antes él saliera, dijo: "Si me voy derecho por el camino, no vaya a ser que me vea esta Señora y seguro, como antes, me detendrá para que le lleve la señal al gobernante eclesiástico como me lo mandó; que primero nos deje nuestra tribulación; que antes yo llame de prisa al sacerdote religioso, mi tío no hace más que aguardarlo". En seguida le dio la vuelta al cerro, subió por en medio y de ahí atravesando, hacia la parte oriental fue a salir, para rápido ir a llegar a México, para que no lo detuviera la Reina del Cielo. Piensa que por donde dio la vuelta no lo podrá ver la que perfectamente a todas partes está mirando. La vio cómo vino a bajar de sobre el cerro, y que de allí lo había estado mirando, de donde antes lo veía. Le vino a salir al encuentro a un lado del cerro, le vino a atajar los pasos; le dijo:
"¿QUÉ PASA, EL MÁS PEQUEÑO DE MIS HIJOS? ¿A DÓNDE VAS, A DÓNDE TE DIRIGES?":
Y él, ¿tal vez un poco se apenó, o quizá se avergonzó? ¿o tal vez de ello se espantó, se puso temeroso? En su presencia se postró, la saludó, le dijo: "Mi Jovencita, Hija mía la más pequeña, Niña mía, ojalá que estés contenta; ¿cómo amaneciste? ¿Acaso sientes bien tu amado cuerpecito, Señora mía, Niña mía? Con pena angustiaré tu rostro, tu corazón: te hago saber, Muchachita mía, que está muy grave un servidor tuyo, tío mío. Una gran enfermedad se le ha asentado, seguro que pronto va a morir de ella. Y ahora iré de prisa a tu casita de México, a llamar a alguno de los amados de Nuestro Señor, de nuestros sacerdotes, para que vaya a confesarlo y a prepararlo, porque en realidad para ello nacimos, los que vinimos a esperar el trabajo de nuestra muerte. Más, si voy a llevarlo a efecto, luego aquí otra vez volveré para ir a llevar tu aliento, tu palabra, Señora, Jovencita mía. Te ruego me perdones, tenme todavía un poco de paciencia, porque con ello no te engaño, Hija mía la menor, Niña mía, mañana sin falta vendré a toda prisa". En cuanto oyó las razones de Juan Diego, le respondió la Piadosa Perfecta Virgen:
"ESCUCHA, PÓNLO EN TU CORAZÓN, HIJO MÍO EL MENOR, QUE NO ES NADA LO QUE TE ESPANTÓ, LO QUE TE AFLIGIÓ, QUE NO SE PERTURBE TU ROSTRO, TU CORAZÓN; NO TEMAS ESTA ENFERMEDAD NI NINGUNA OTRA ENFERMEDAD, NI COSA PUNZANTE, AFLICTIVA.
¿NO ESTOY AQUI, YO, QUE SOY TU MADRE? ¿NO ESTÁS BAJO MI SOMBRA Y RESGUARDO? ¿NO SOY, YO LA FUENTE DE TU ALEGRÍA? ¿NO ESTÁS EN EL HUECO DE MI MANTO, EN EL CRUCE DE MIS BRAZOS? ¿TIENES NECESIDAD DE ALGUNA OTRA COSA?.
QUE NINGUNA OTRA COSA TE AFLIJA, TE PERTURBE; QUE NOTE APRIETE CON PENA LA ENFERMEDAD DE TU TÍO, PORQUE DE ELLA NO MORIRÁ POR AHORA. TEN POR CIERTO QUE YA ESTÁ BUENO"
(Y luego en aquel mismo momento sanó su tío, como después se supo): Y Juan Diego, cuando oyó la amable palabra, el amable aliento de la Reina del Cielo, muchísimo con ello se consoló, bien con ello se apaciguó su corazón, y le suplicó que inmediatamente lo mandara a ver al gobernador obispo, a llevarle algo de señal, de comprobación, para que creyera
la Reina Celestial luego le mandó que subiera a la cumbre del cerrillo, en donde antes la veía; Le dijo:
"SUBE, HIJO MÍO EL MENOR, A LA CUMBRE DEL CERRILLO, A DONDE ME VISTE Y TE DI ÓRDENES
ALLÍ VERÁS QUE HAY VARIADAS FLORES: CÓRTALAS, REÚNELAS, PONLAS TODAS JUNTAS; LUEGO, BAJA AQUÍ; TRÁELAS AQUÍ, A MI PRESENCIA.
Y Juan Diego luego subió al cerrillo, y cuando llegó a la cumbre, mucho admiró cuantas había florecidas, abiertas sus corolas, flores las más variadas, bellas y hermosas, cuando todavía no era su tiempo: porque de veras que en aquella sazón arreciaba el hielo; estaban difundiendo un olor suavísimo; como perlas preciosas, como llenas de rocío nocturno.
Luego comenzó a cortarlas, todas las juntó, las puso en el hueco de su tilma. Por cierto que en la cumbre del cerrito no era lugar en que se dieran ningunas flores, sólo abundan los riscos, abrojos, espinas; nopales, mezquites,y si acaso algunas hierbecillas se solían dar, entonces era el mes de diciembre, en que todo lo come, lo destruye el hielo. Y en seguida vino a bajar, vino a traerla a la Niña Celestial las diferentes flores que había ido a cortar, y cuando las vio, con sus venerables manos las tomó; luego otra vez se las vino a poner todas juntas en el hueco de su ayate, le dijo:
"MI HIJITO MENOR, ESTAS DIVERSAS FLORES SON LA PRUEBA, LA SEÑAL QUE LLEVARÁS AL OBISPO;
DE MI PARTE LE DIRÁS QUE VEA EN ELLAS MI DESEO, Y QUE POR ELLO REALICE MI QUERER, MI VOLUNTAD.
Y TÚ..., TÚ QUE ERES MI MENSAJERO...., EN TI ABSOLUTAMENTE SE DEPOSITA LA CONFIANZA;
Y MUCHO TE MANDO, CON RIGOR QUE NADA MÁS A SOLAS EN LA PRESENCIA DEL OBISPO EXTIENDAS TU AYATE, Y LE ENSEÑES LO QUE LLEVAS.
Y LE CONTARÁS TODO PUNTUALMENTE LE DIRÁS QUE TE MANDÉ QUE SUBIERAS A LA CUMBRE DEL CERRITO A CORTAR FLORES, Y CADA COSA QUE VISTE Y ADMIRASTE,
PARA QUE PUEDAS CONVENCER AL GOBERNANTE SACERDOTE, PARA QUE LUEGO PONGA LO QUE ESTÁ DE SU PARTE PARA QUE SE HAGA, SE LEVANTE MI TEMPLO QUE LE HE PEDIDO".
Y en cuanto le dio su mandato la Celestial Reina, vino a tomar la calzada, viene derecho a México, ya viene contento.
Ya así viene sosegado su corazón, porque vendrá a salir bien, lo llevará perfectamente. Mucho viene cuidando lo que está en el hueco de su vestidura, no vaya a ser que algo tire; viene disfrutando del aroma de las diversas preciosas flores.
Cuando vino a llegar al palacio del obispo, lo fueron a encontrar el portero y los demás servidores del sacerdote gobernante,
y les suplicó que le dijeran cómo deseaba verlo, pero ninguno quiso, fingían que no le entendían, o tal vez porque aún estaba muy oscuro, o tal vez porque ya lo conocían que nomás los molestaba, los importunaba, y ya les habían contado sus compañeros, los que lo fueron a perder de vista cuando lo fueron siguiendo Durante muchísimo rato estuvo esperando la razón. Y cuando vieron que por muchísimo rato estuvo allí, de pie, cabizbajo, sin hacer nada, por si era llamado, y como que algo traía, lo llevaba en el hueco de su tilma; luego pues, se le acercaron para ver qué traía y desengañarse. Y cuando vio Juan Diego que de ningún modo podía ocultarles lo que llevaba y que por eso lo molestarían, lo empujarían o tal vez lo aporrearían, un poquito les vino a mostrar que eran flores. Y cuando vieron que todas eran finas, variadas flores y que no era tiempo entonces de que se dieran, las admiraron muy mucho, lo frescas que estaban, lo abiertas que tenían sus corolas, lo bien que olían, lo bien que parecían Y quisieron coger y sacar unas cuantas; tres veces sucedió que se atrevieron a cogerlas, pero de ningún modo pudieron hacerlo, porque cuando hacían el intento ya no podían ver las flores, sino que, a modo de pintadas, o bordadas, o cosidas en la tilma las veían. Inmediatamente fueron a decirle al gobernante obispo lo que habían visto, cómo deseaba verlo el indito que otras veces había venido, y que ya hacía muchísimo rato que estaba allí aguardando el permiso, porque quería verlo.
Y el gobernante obispo, en cuando lo oyó, dio en la cuenta de que aquello era la prueba para convencerlo, para poner en obra lo que solicitaba el hombrecito. Enseguida dio orden de que pasara a verlo. Y habiendo entrado, en su presencia se postró, como ya antes lo había hecho. Y de nuevo le contó lo que había visto, admirado, y su mensaje. Le dijo:"Señor mío, gobernante, ya hice, ya llevé a cabo según me mandaste; así fui a decirle a la Señora mi Ama, la Niña Celestial, Santa María, la Amada Madre de Dios, que pedías una prueba para poder creerme, para que le hicieras su casita sagrada, en donde te la pedía que la levantaras; y también le dije que te había dado mi palabra de venir a traerte alguna señal, alguna prueba de su voluntad, como me lo encargaste. Y escuchó bien tu aliento, tu palabra, y recibió con agrado tu petición de la señal, de la prueba, para que se haga, se verifique su amada voluntad. Y ahora, cuando era todavía de noche, me mandó para que otra vez viniera a verte; y le pedí la prueba para ser creído, según había dicho que me la daría, e inmediatamente lo cumplió. Y me mandó a la cumbre del cerrito en donde antes yo la había visto, para que allí cortara diversas rosas de Castilla. Y cuando las fui a cortar, se las fui a llevar allá abajo; y con sus santas manos las tomó, de nuevo en el hueco de mi ayate las vino a colocar, para que te las viniera a traer, para que a ti personalmente te las diera. Aunque bien sabía yo que no es lugar donde se den flores la cumbre del cerrito, porque sólo hay abundancia de riscos, abrojos, huizaches, nopales, mezquites, no por ello dudé, no por ello vacilé.
Cuando fui a llegar a la cumbre del cerrito miré que ya era el paraíso. Allí estaban ya perfectas todas las diversas flores preciosas, de lo más fino que hay, llenas de rocío, esplendorosas, de modo que luego las fui a cortar; y me dijo que de su parte te las diera, y que ya así yo probaría, que vieras la señal que le pedías para realizar su amada voluntad, y para que aparezca que es verdad mi palabra, mi mensaje, Aquí las tienes, hazme favor de recibirlas." Y luego extendió su blanca tilma, en cuyo hueco había colocado las flores. Y así como cayeron al suelo todas las variadas flores preciosas, luego allí se convirtió en señal, se apareció de repente la Amada Imagen de la Perfecta Virgen Santa María, Madre de Dios, en la forma y figura en que ahora está, en donde ahora es conservada en su amada casita, en su sagrada casita en el Tepeyac, que se llama Guadalupe. Y en cuanto la vio el obispo gobernante y todos los que allí estaban, se arrodillaron, mucho la admiraron,se pusieron de pie para verla, se entristecieron, se afligieron, suspenso el corazón, el pensamiento.....
Y el obispo gobernante con llanto, con tristeza, le rogó, le pidió perdón por no luego haber realizado su voluntad, su venerable aliento, su venerable palabra, y cuando se puso de pie, desató del cuello de donde estaba atada, la vestidura, la tilma de Juan Diego en la que se apareció, en donde se convirtió en señal la Reina Celestial, Y luego la llevó; allá la fue a colocar a su oratorio. Y todavía allí pasó un día Juan Diego en la casa del obispo, aún lo detuvo. Y al día siguiente le dijo:"Anda, vamos a que muestres dónde es la voluntad de la Reina del Cielo que le erijan su templo. De inmediato se convidó gente para hacerlo, levantarlo, Y Juan Diego, en cuanto mostró en dónde había mandado la Señora del Cielo que se erigiera su casita sagrada, luego pidió permiso: quería ir a su casa para ir a ver a su tío Juan Bernardino, que estaba muy grave cuando lo dejó para ir a llamar a un sacerdote a Tlatilolco para que lo confesara y lo dispusiera, de quien le había dicho la Reina del Cielo que ya había sanado. Pero no lo dejaron ir solo, sino que lo acompañaron a su casa. Y al llegar vieron a su tío que ya estaba sano, absolutamente nada le dolía. Y él, por su parte, mucho admiró la forma en que su sobrino era acompañado y muy honrado; le preguntó a su sobrino por qué así sucedía, el que mucho le honraran; Y él le dijo cómo cuando lo dejó para ir a llamarle un sacerdote para que lo confesara, lo dispusiera, allá en el Tepeyac se le apareció la Señora del Cielo; y lo mandó a México ver al gobernante obispo, para que allí le hiciera una casa en el Tepeyac.
Y le dijo que no se afligiera, que ya su tío estaba contento, y con ello mucho se consoló. Le dijo su tío que era cierto, que en aquel preciso momento lo sanó, y la vio exactamente en la misma forma en que se le había aparecido a su sobrino, le dijo cómo a él también lo había enviado a México a ver al obispo; y que también, cuando fuera a verlo, que todo absolutamente le descubriera, le platicara lo que había visto y la manera maravillosa en que lo había sanado, y que bien así la llamaría bien así se nombraría; LA PERFECTA VIRGEN SANTA MARIA DE GUADALUPE, su Amada Imagen. Y luego trajeron a Juan Bernardino a la presencia del gobernante obispo, lo trajeron a hablar con él a dar testimonio, y junto con su sobrino Juan Diego, los hospedó en su casa el obispo unos cuantos días, en tanto que se levantó la casita sagrada de la Niña Reina allá en el Tepeyac,; donde se hizo ver de Juan Diego. Y el señor obispo trasladó a la Iglesia Mayor la amada Imagen de la Amada Niña Celestial. La vino a sacar de su palacio, de su oratorio en donde estaba, para que todos la vieran la admiraran, su amada Imagen absolutamente toda esta ciudad, sin faltar nadie, se estremeció cuando vino a ver a admirar su preciosa Imagen. Venían a reconocer su carácter divino. Venían a presentarle sus plegarias. Muchos admiraron en qué milagrosa manera se había aparecido, puesto que absolutamente ningún hombre de la tierra pintó su amada Imagen. …
En la Iglesia de Guadalupe se conserva una tilma o manta india con los hermosos dibujo en colores de una Señora o de la Virgen de acuerdo a la interpretación que cada uno desee dar. Algunos pensaron que en sus ojos había el reflejo de una persona. El médico oftalmólogo Dr. Torija Lavoignet es autorizado a estudiar la imagen y observó con su oftalmoscopio el ojo de la figura y con sorpresa pudo apreciar el brillo de la córnea, la profundidad de la cámara ocular y el reflejo de una figura humana, tenía la impresión de estar observando un ojo real. Esto fue corroborado después por otros especialistas y llevó a más investigaciones que sacaron por un tiempo del anonimato al extraño fenómeno sucedido en Guadalupe hace 463 años.
Guadalupe en árabe significa "valle de la fuente de agua." Al poco tiempo en el Tepéyac surgió una fuente de agua. La manta, ayate o tilma de Juan Diego no es de algodón sino que está hecha con hilo rústico de manguey o pita confeccionada a mano. Su tamaño es de 1,66 x 1,05 metros. La figura que está estampada en la burda tela mide 1,43 metros y es sorprendentemente hermosa, en especial su rostro que supera las mejores pinturas de los pintores clásicos famosos y sus colores han permanecido como recién pintados pese a los años y a pesar que una tilma de pita de ese tipo no debiera durar más de veinticinco años.
El año 1936 el alemán Ricardo Kuhn, premio Nobel de Química, recibió dos fibras de la manta de Guadalupe para su estudio. Luego del análisis dictaminó que en las dos fibras, una de color rojo y la otro amarilla no existían colorantes vegetales, ni colorantes minerales ni animales. Su informe le hace concluir que la figura aparecida el año 1531 no es obra humana al no haber sido pintada con material conocido por el hombre.
Otros estudios demostraron que la imagen es parte de la tela, no es una pintura sobrepuesta y se destaca cómo ha podido permanecer intacta una imagen "pintada" en una burda tela que no dura más de 25 años y lo haya hecho por 450 años sin perder la frescura y viveza de sus colores.
El día 14 de Agosto de 1921 el obrero Luciano Pérez deja un ramo de flores en el altar mayor de la basílica de Guadalupe, no era una ofrenda floral a la imagen que estaba tan cerca, era una carga de dinamita camuflada que al estallar causó enormes destrozos en el templo y rompió los vidrios de las casas cercanas. La urna que contenía la manta de Juan Diego estaba cubierta por un cristal y a pesar de la explosión el cristal no se rompió, la urna no se dañó y la imagen de la señora permaneció intacta.
En 1929 Alfonso Marcué al analizar una fotografía de la imagen de Guadalupe pudo apreciar en el interior de los ojos una figura humana que se reflejaba, era la de un hombre con barba. En 1956 Carlos Salinas destacó este hecho que el también pudo observar y lo hizo en una conferencia. Entonces el médico oftalmólogo Dr. Rafael Torija puede confirmar al hacer su estudio oftalmoscópico que en las córneas de la imagen se aprecia una figura humana, el además describe el brillo de las córneas y la profundidad de los ojos de la Señora de Guadalupe.
Es sabido que en el ojo humano la cara anterior de la córnea y la cara anterior del cristalino o lente actúan como espejos convexos y dan de los objetos exteriores imágenes más pequeñas y derechas, en cambio la cara posterior del cristalino actúa como un espejo cóncavo y produce imágenes invertidas de los mismos objetos exteriores que en ese momento el ojo está enfocando. Otros especialistas pudieron comprobar este extraño hecho que los ojos de la imagen de Guadalupe muestran al igual que lo hace el ojo de un ser vivo.
En el año 1979 el profesor de la Universidad de N. York, el ingeniero José Aste Tonsmann hizo un estudio computarizado mediante la digitalización de los ojos de la Señora de Guadalupe. Con el microdensitómetro obtuvo el barrido transformando los ojos en dígitos y luego mediante computador leyó la cinta magnética y la impresora ofreció la ampliación de los ojos donde se apreció la figura de un indio sentado. Se hicieron una serie de ampliaciones entre treinta y dos mil veces del tamaño original de cada una de las cuadrículas en que la imagen es dividida. En un milímetro cuadrado hay veintisiete mil setecientos setenta y ocho microscópicos cuadraditos, pudiendo cada cuadrícula ser ampliada y apreciar detalles imposible de apreciar antes. Ello permitió ver otras figuras como la del hombre con barba, el obispo, la esclava negra, el indio Juan Diego y el traductor. Este científico concluye señalando que cuando Juan Diego abrió su manta con las rosas, la imagen de la Señora quedó misteriosamente impresa en el tejido de la manta, llevando en sus ojos el reflejo de todo el grupo de personas que estaban enfrente de ella, es decir la Señora en forma invisible se encontraba en ese lugar.
Esta presencia dejó un testimonio para nuestra posteridad, testimonio que la moderna tecnología científica ha revelado. Los ojos de la imagen corresponden a dos ojos "vivos" y conservan el reflejo de lo que vieron al momento de ser misteriosamente estampada la imagen en una burda tela como lo era la de la manta del indio Juan Diego. Los detalles de las figuras reflejadas son sorprendentes al poder ser apreciadas con esta tecnología moderna y gran ampliación como la lograda con la digitalización computarizada de imágenes.
El Dr. Tonsmann estudió una fotografía tomada a su hija sin estar él presente e hizo el mismo análisis pudiendo señalar las personas que se encontraban enfrente de su hija al momento de tomarle la fotografía. La digitalización computarizada demostró que en los ojos de la Señora de Guadalupe aparecen un indio al momento de desplegar su tilma o manto ante un sacerdote franciscano en cuyo rostro hay una lágrima, además de un hombre joven con la mano en la barba en gesto de consternación y un indio de torso desnudo además de la esclava negra y otras personas, todo lo cual ha sido corroborado con un relato de la época hecho por un indio y escrito por Lasso de la Vega el año 1649.
Fue en Mayo de 1979 cuando los científicos Smith y Gallagan inician el estudio de la imagen mediante la metodología de fotografía infrarroja destinada al análisis de pinturas antiguas. Los resultados demostraron algo que ya se sabía, la imagen de la manta había sido retocada por manos humanas. El rostro, la túnica rosa, el manto azul, las manos y el pie están hechos con pigmentos desconocidos, mezclados de tal manera que: "aprovechan las cualidades de la difracción de la luz causada por la tela sin aparejo ni barniz, para impartir el matiz oliva al cutis. Además la técnica se sirve de las imperfecciones del tejido para dar una gran profundidad a la pintura. Es la cara de tal belleza y de ejecución tan singular, que resulta inexplicable para el estado actual de la ciencia." Los retoques como las 46 estrellas, los dibujos de la túnica rosada, el broche del cuello, las pulseras, el moño, la luna y el ángel son obra humana.
Interpretación de la Imagen
La Virgen
Cabello: Lleva el cabello suelto, lo que entre los aztecas es señal de virginidad. Es Virgen y Madre.
Rostro: Su rostro es moreno, ovalado y en actitud de profunda oración. Su semblante es dulce, fresco, amable, refleja amor y ternura, además de una gran fortaleza.
Manos: Sus manos están juntas en señal de recogimiento, en profunda oración. La derecha es más blanca y estilizada, la izquierda es morena y más llena, podrían simbolizar la unión de dos razas distintas.
Embarazo: Su gravidez se constanta por la forma aumentada del abdomen, donde se destaca una mayor prominencia vertical que transversal, corresponde a un embarazo casi en su última etapa.
Edad: Representa a una joven que su edad aproximada es de 18 a 20 años.
Estatura: La estatura de la Virgen en el ayate es de 1.43 centímetros.
El Cinto
El cinto marca el embarazo de la Virgen. Se localiza arriba del vientre. Cae en dos extremos trapezoidales que en el mundo náhuatl representaban el fin de un ciclo y el nacimiento de una nueva era. En la imagen simboliza que con Jesucristo se inicia una nueva era tanto para el viejo como para el nuevo mundo.
Los Rayos
La Virgen esta rodeada de rayos dorados que le forman un halo luminoso o aura. El mensaje transmitido es: ella es la Madre de la luz, del Sol, del Niño Sol, del Dios verdadero, ella lo hace descender hacia el “centro de la luna” (México de nátuahl) para que allí nazca, alumbre y dé vida.
La Luna
La Virgen de Guadalupe esta de pie en medio de la luna, y no es casual que la palabra México en nátuahl son “Metz – xic – co” que significan “en el centro de la luna”. También es símbolo de fecundidad, nacimiento, vida. Marca los ciclos de la fertilidad femenina y terrestre.
La Flor
La flor de cuatro pétalos o Nahui Ollin: es el símbolo principal en la imagen de la Virgen, es el máximo símbolo nátuahl y representa la presencia de Dios, la plenitud, el centro del especio y del tiempo. En la imagen presenta a la Virgen de Guadalupe como la Madre de Dios y marca el lugar donde se encuentra Nuestro Señor Jesucristo en su vientre.
El ángel
Un ángel esta a los pies de la Guadalupana con ademán de quien acaba de volar. Las alas son como de águila, asimétricas y muy coloridas, los tonos son parecidos a los del pájaro mexicano tzinitzcan que Juan Diego recordó, anunciándole la aparición de la Virgen de Guadalupe. Sus manos sostienen el extremo izquierdo de la túnica de la Virgen y el derecho del manto.
LAS ESTRELLAS
El martes 12 de diciembre de 1531 ocurrió la aparición de la Santa Imagen de la Virgen de Guadalupe en el ayate de Juan Diego. La mañana de ese mismo día tuvo lugar el solsticio de invierno, que para las culturas prehispánicas significaba: el Sol moribundo que vuelve a cobrar vigor, el nacimiento del nuevo Sol, el retorno de la vida. Ya que el solstico de invierno es el punto en el cual la tierra, en su recorrido en torno al Sol, da un cambio de dirección en su orbita y comienza a acercarse al astro rey. Con este cambio de dirección se tiene la impresión de que el Sol va recobrando su fuerza y que el invierno va debilitándose.
Para los indígenas el solsticio de invierno era el día más importante en su calendario religioso, era el día en que el Sol vence a las tinieblas y surge victorioso. Por esto no es casual que precisamente en ese día la Virgen de Guadalupe haya presentado a su Hijo Jesús a los pueblos indígenas porque así ellos pudieron comprender que Ella traía en su seno al Dios verdadero. De acuerdo con el doctor Juan Homero Hernández Illescas se comprueba, con admirable exactitud, que en el manto de la Virgen de Guadalupe está reproducido el cielo del momento de la aparición: la mañana del solsticio de invierno de 1531.
En el manto están representadas las estrellas más brillantes de las principales constelaciones visibles desde el Valle del Anáhuac aquella madrugada del 12 de diciembre de 1531. Allí están las constelaciones completas. Las estrellas se encuentran agrupadas como en la realidad. Deslumbrantes testimonian la grandeza del milagro.
LAS CONSTELACIONES DEL MANTO
A) Lado Izquierdo de la Virgen
En el lado izquierdo del manto de la Virgen (a nuestra derecha porque la vemos de frente) se encuentran “comprimidas” las constelaciones del sur: Cuatro estrellas que forman parte de la constelación de Ofiuco (Ophiucus). Abajo se observa Libra y a la derecha, la que parece una punta de flecha corresponde al inicio de Escorpión (Scorpius). Intermedias con la porción inferior, se pueden señalar dos de la constelación de Lobo (Lupus) y el extremo de Hidra (Hydra). Hacia abajo se evidencia la Cruz del Sur (Crux) sin ninguna duda, y a su izquierda aparece el cuadrado ligeramente inclinado de la constelación de Centauro (Centaurus). En la parte
inferior, solitaria, resplandece Sirio.
B) Lado Derecho de la Virgen
En el lado derecho del manto de la Virgen se muestran las constelaciones del norte:En el hombro, un fragmento de las estrellas de la constelación de Boyero (Bootes), hacia abajo a la Izquierda le sigue la constelación de la Osa Mayor (Ursa Maior) en forma de una sartén. La rodean: a la derecha arriba, la cabellera de Berenice (Coma Berenices), a la derecha abajo, Lebreles (Canes Venatici), a la izquierda Thuban, que es la estrella más brillante de la constelación de Dragón (Draco). Por debajo de dos estrellas (que todavía forman parte de la Osa Mayor), se percibe otro par de estrellas de la constelación del Cochero (Auriga) y al oeste, hacia abajo, tres estrellas de Tauro (Taurus). De esta manera, quedan identificadas en su totalidad y en su sitio, un poco comprimidas, las 46 estrellas más brillantes que rodean el horizonte del Valle de México.
La extraordinaria distribución de las estrellas en el manto de la Virgen no puede ser producto del azar. Pues ninguna distribución al azar puede representar con exactitud y en su totalidad las constelaciones de estrellas de un momento determinado. De hecho, un estudio iconográfico de 150 pinturas de la Virgen de Guadalupe de los siglos XVII y XVIII, realizado por el Dr. Hernández , no encontró ni una sola copia en la cual se pudieran reconocer las constelaciones presentes en la tilma de Juan Diego.
En opinión del Dr. Juan Homero Hernández Illescas, la Virgen de Guadalupe aparece completa en el firmamento para ofrecer, con su manto celestial, protección a todo el mundo. Al entregar las flores recibidas como señal, apareció estampada en su tilma la maravillosa imagen de la Virgen de Guadalupe, el 12 de diciembre de 1531, Año metlactli omey actal, 13 caña, para los mexicanos.
Para Reflexionar...
Sin duda el Obispo mandó construir un templo en el nombre de la llamada Virgen de Guadalupe, en esa época también conocida como Tonantzin o madre de todos los Dioses. Días antes del termino del proceso de canonización de Juan Diego y en visperas de que el Papa Juan Pablo II visitara México en el 2002, el abad de la Basílica de Guadalupe, Guillermo Schulenburg, negó todo lo referente al “milagro guadalupano”, el era una de las personas que conoce todos los documentos referentes a las apariciones, ¿Por qué lo niega? ¿Hay historias que no sabemos y que son únicamente para los miembros de la iglesia? ¿Qué pasaría en la iglesia si aceptarán que en realidad no existió? Estas declaraciones que no son solo al aire, recientemente publicadas en todos los medios de comunicación mexicanos, sorprendieron sobre todo a los católicos y cristianos en sus diversas confesiones o sectas. (Cuando el rió suena…)
El Vaticano en una carta enviada a sus lectores mexicanos, señala que la postura del abad de la Basílica de Guadalupe se suma a la de aquellos católicos y clérigos que no reconocen que el cristianismo es un acontecimiento histórico. La palabra del Abad de la Basílica de Guadalupe, al negar el milagro guadalupano, da un certero golpe a la fe de los creyentes. (¿Por qué una persona que vivió y vive de la imagen de la guadalupana de repente lo descarta?) El Abad, persona madura con bastantes años al cuidado de la Basílica, al afirmar que no pasó por la historia la Virgen de Guadalupe y, por consiguiente, tampoco el indio Juan Diego, nos da una idea de cómo la Iglesia, desde que se estableció como tal, viene acomodando las cosas a manera de poder manejarlas a su antojo. Si lo hizo una vez con la fecha del nacimiento del Maestro Jesús que fue en el año -5 en Agosto y lo movieron al mes de diciembre donde la mayoría de los pueblos europeos festejaban a sus dioses de las cosechas, porque no hacerlo nuevamente para conquistar el mayor territorio del nuevo mundo, explotarlo y evangelizarlo.
El 'relato' que nos dió la Iglesia fué que la Virgen le pidió a Juan Diego, un buen cristiano, sencillo y casto, que fuera al Obispo Fray Juan de Zumárraga para solicitarle la construcción de un templo. El milagro ocurrió cuando al estar Juan Diego frente al Obispo, apareció en sus ropas, la figura pintada de la Virgen de Guadalupe. Lo curioso del caso es que hasta el mes de diciembre de 1931, nadie hace referencia al hecho. Tuvieron que pasar varios años para dar publicidad al milagro y festejarlo.
Por otra parte, el propio Obispo Zumárraga, entre sus numerosos escritos, no menciona el acontecimiento; tampoco su sucesor, Alfonso de Montufar, 2do. Arzobispo de México. Por el lado del "Cronista de Milagros", Jerónimo de Mendieta, no hace referencia al hecho, el cual habría sido su deber anotar en el libro de registros. De igual manera sucedió con el Virrey Dn. Antonio de Mendoza; con los historiadores de la época, como Fray Bernadino de Sahagún y el cronista de la Nueva España, Bernal Díaz del Castillo.
Como dato apropiado, en el mismo cerrito del Tepeyac, donde ahora está la Basílica, los Mexicas (la tribu que diera su nombre a México) adoraban a Tonantzin, la Madre de Dios. Tonantzin así fue reemplazada por la morena Guadalupana. La iglesia tenía necesidad de un símbolo que fuera capaz de relacionar al indio con la religión conquistadora. ¡Qué mejor madre para un pueblo huérfano y dolorosamente castigado por la esclavitud!
La imagen ha tenido varios retoques de pintura, los primeros retoques habrían sido encargados por un sacerdote a un gran pintor de la época, el indio Marcos. La imagen original de la virgen lleva en la parte de la cabeza una corona, que el los retoques habría sido quitada por error. La ciencia logró demostrar que pese a los retoques no era una figura falsa, es más, gracias a los retoques humanos se puede apreciar mejor la calidad de la obra.
¿Por qué un fenómeno tan extraordinario se mantuvo en el silencio por tantos años? ¿Habra verdades e información que no ha salido a la luz? La respuesta cada uno debe darla, la verdad cada quien tiene que encontrarla. Todo es cuestión de FE.
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