martes, 7 de octubre de 2008

OLIVER

Se trataba de un primate muy conocido en los años '70, que recibió el nombre de Oliver; el cual se dice, fue capturado en África en la región del Congo; y vendido como un chimpancé.

Lo que hacía especial a Oliver, era su apariencia diferente de la de otros chimpancés: presentaba menos pelo, una barbilla más pequeña, un cráneo más pequeño y redondo, y oídos más acentuados (oídos que ni los chimpancés ni de los seres humanos exhiben normalmente). A excepción del último rasgo, estas características le dieron un aspecto notablemente humano a Oliver, en comparación con los chimpancés. Pero estos atributos no eran los únicos que lo hacían especial. Oliver era un primate excepcional, ya que presentaba también comportamientos humanos, tales como caminar erguido (algo que los simios solo pueden realizar por un corto período de tiempo), sentarse en sillas y presentar una gran inteligencia en comparación a otros simios, con la cual podía recibir órdenes complejas y ejecutarlas. También tenía, según se informa, un olor inusual incompatible con el de los chimpancés o de los seres humanos. Asimismo, Oliver disfrutaba más de la presencia de los seres humanos que de la de los chimpancés. Incluso se decía que era atraído sexualmente a las humanas y no hacia las hembras de chimpancés. Además los chimpancés rechazaban la presencia de Oliver, por lo cual nunca se logró que se cruzara con uno de ellos.



Oliver se caracterizaba por ayudar en las tareas de la casa, pero comenzó eventualmenta a golpear a la esposa del dueño del circo, ya que sentía atracción hacia ella. Esto condujo a su venta en 1976 a un abogado de Nueva York llamado Michael Molineroy, y al pasar los años fue vendido sucesivamente hasta llegar a un laboratorio de experimentación animal. Afortunadamente, quizás debido a un exceso de animales para experimentación, Oliver nunca fue requerido para probar los efectos de algún cosmético o medicamento, pero igualmente estuvo confinado por siete años en una pequeña jaula. Oliver fue nuevamente descubierto y por fin retirado del laboratorio en 1996, pero debido a la carencia de movimiento en cautiverio sus músculos se atrofiaron. Luego de ser rescatado, fue enviado a un hogar de retiro para chimpancés. Allí finalmente se le realizaron pruebas científicas más creíbles y fiables para tratar de despejar la discusión sobre las numerosas hipótesis sobre el origen de Oliver.




Investigación científica

Las pruebas genéticas realizadas a Oliver revelaron primeramente que tenía 47 cromosomas (uno más que un ser humano y uno menos que un chimpancé). El número impar de cromosomas sugeriría fuertemente una hibridación de una cierta clase. Pero posteriormente, luego de varias pruebas que se contradecían entre sí; los análisis que se realizaron en la Universidad de Chicago concluían que a pesar de la apariencia y conducta extraña de Oliver, él sería un chimpancé y no un híbrido; ya que tenía el mismo número de cromosomas que los chimpancés normales. Sín embargo se demostró que también tenía un código genético ligeramente diferente. Así estos resultados apoyarían las hipótesis de un simio mutante o de una nueva especie desconocida.




ANIMALES MUY HUMANOS


Estos son algunos de los parecidos entre el hombre y los animales. Unos, como la mosca, son en un 60% idénticos a nosotros (genéticamente, claro). Otros van de entierro y se ponen “de luto”, como los elefantes africanos.

Mosca del vinagre. El 60% de sus genes se encuentra en el genoma del hombre, que cuenta con unos 38.000 genes. Por tanto, este díptero tiene mucho en común con nosotros y sólo la complejidad de los mecanismos genéticos, –y no el número de genes–, provoca que nuestro organismo se configure como ser humano y no como insecto volador.

Hormigas. Este disciplinado y trabajador insecto, que vive en comunidad, no olvida. Su olfato y unas moléculas que desprende su armazón de quitina –es decir, su piel–, son capaces de recordar a miembros de su familia hasta dos años después del primer encuentro. A la memoria del elefante le ha salido un diminuto competidor.

Elefantes. Además de su prodigioso oído y su proverbial memoria, muestran duelo cuando muere un “ser querido”. Los expertos en etología (comportamiento animal) aseguran que algunos paquidermos africanos, cuando presienten su muerte, se dirigen a un cementerio común para morir junto a los cadáveres de otros elefantes.

Chimpancé. Hasta el 98,4% de su ADN es semejante al nuestro. Pero no sólo eso. Los últimos estudios indican que tienen rasgos “culturales comunes” asociados a la higiene y al uso de herramientas. Incluso tienen conciencia de sí mismos cuando ven su imagen en un espejo. Todo ello viene a
confirmar la “humanidad” de Oliver.

Loro gris africano. Goza de un aparato de fonación y de una lengua tan versátiles que es capaz de imitar, con bastante fidelidad, la voz humana. Su vocabulario puede almacenar hasta mil palabras y, en ocasiones, sale bastante respondón. En cuanto a los idiomas, no tiene problemas con ninguno.

Renos de Laponia. La alteración voluntaria de la consciencia en busca de gratificación y placer –es decir, tomar estimulantes– no es exclusiva del hombre. A muchos renos de Laponia y a los caribúes de Alaska les encanta el “viaje” que produce la ingestión del hongo amanita muscaria.


P.D: LAS FOTOS SON DEL VERDADERO OLIVER.
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